Ahora, el Museo Thyssen Bornemisza reivindica su figura con la primera retrospectiva de su obra en España que abrirá sus puertas el día 12 de noviembre y que podrá visitarse hasta el 9 de febrero de 2025. «Nos interesaba poder profundizar en la única artista expresionista alemana
que teníamos en la colección», apunta la comisaria de la exposición, Marta Ruiz del Árbol. “nos llamó la atención lo desconocida que era en nuestro país pese a ser una de las figuras más decisivas del expresionismo alemán y por eso queríamos destacar la originalidad y la independencia de Münter, obviando las lecturas anteriores que subordinaban su obra a la de Kandinsky”.
La exposición abarca la obra de la artista a través de 145 pinturas, fotografías, grabados y dibujos. Comienza con algunos de sus autorretratos y continúa con el viaje que Gabriele Münter, huérfana a sus 20 años, realizó a Estados Unidos para conocer los orígenes de sus padres, inmigrantes alemanes que se habían criado en el país norteamericano. Allí pudo experimentar con una de las primeras Cámara Kodak portátiles que salieron al mercado. Esto supuso una novedad bastante importante para Münter, que comenzó a tomar fotos retratando la sociedad estadounidense con una mirada tan moderna que sorprende. “La cámara de fotos se convertiría un poco en su maestra y educará su mirada”, apunta Ruiz del Árbol. “En estas fotografías ya se pueden observar las formas que se verán más tarde en sus pinturas como por ejemplo la manera analítica de diseccionar el espacio”. Algún ejemplo de esta relación entre fotografía y pintura puede comprobarse en la manera en que su sombra aparece en las fotos, y que luego replica en cuadros como Paseo en barca (1910).
A su vuelta de América, en 1901 decidió comenzar su formación artística, y como en aquella época a las mujeres no se les estaba permitido estudiar en la Academia de Bellas Artes, Münter ingresó en la escuela de arte privada Phalanx de Múnich. Allí conoció a Vasily Kandinsky, que sería su profesor. Una relación que comenzaría como maestro y alumna y que se convertiría en un noviazgo, pese a que él estaba casado. Juntos viajarían a París, donde se empapó de las obras de los postimpresionistas como Van Gogh, Gauguin, los fauvistas y Matisse, unas influencias que serían más que notables en su obra posterior.