La danza nos aporta actividad cerebral y consciencia corporal
No deja de sorprenderme cómo practicar actividades tan sencillas y cotidianas como escribir, pasear por la naturaleza, cantar o caminar descalzos, pueden aportarnos decenas de beneficios asociados a nuestra salud física y mental. Por eso, no dudé en acudir a uno de los encuentros que proponen la neurocientífica Nazareth Castellanos y la bailarina Gisela Schwartz, ‘La Danza y el Cerebro’. Hablamos de las evidencias científicas que existen acerca del impacto positivo que aportan los movimientos de la danza a la actividad cerebral, y de cómo la consciencia corporal puede ser una aliada para mejorar la gestión de las emociones.
Gisela Schwartz y Nazareth Castellanos nos invitan a redescubrir el baile como una fuente de alegría, salud y conexión. La ventaja, como dice Schwartz, es que “¡todos podemos bailar!” y, al hacerlo, no solo nos conectamos con los demás, sino también con nosotros mismos.
1. Fortalecimiento de la corteza somatosensorial
El baile mejora y amplifica la corteza somatosensorial, una región cerebral clave que conecta nuestra percepción del entorno y de nuestro propio cuerpo. Nazareth Castellanos arguye que “bailar de forma regular refuerza esta corteza, promoviendo un crecimiento neuronal que ayuda a mantener la agudeza mental, especialmente a medida que envejecemos.” Cada vez que bailamos, esta corteza se activa durante varias horas después, aunque los beneficios a largo plazo son aún mayores para quienes mantienen esta práctica.
2. Mejora de la conciencia corporal
“Ser conscientes de nuestras sensaciones físicas nos ayuda a tomar mejores decisiones emocionales,” comenta Castellanos. Al prestar atención a nuestro cuerpo, disminuye el diálogo interno y los niveles de ansiedad, permitiéndonos discernir entre emociones. La danza se convierte en una vía para ‘habitar’ nuestro cuerpo y ser más conscientes de cómo nos sentimos en cada momento.
3. Optimización de las cortezas motoras
La neurocientífica incide en que las personas mayores que practican danza regularmente experimentan una disminución significativa en las caídas, ya que el baile optimiza el funcionamiento de las cortezas motoras. Castellanos explica que “la danza permite hacer lo mismo utilizando menos recursos neuronales,” un proceso que la neurociencia define como ‘eficienciar el cerebro’. Este principio ayuda a reducir la pérdida de habilidades motoras con la edad, manteniendo la agilidad y el equilibrio.
4. Enfoque en el momento presente
Danzar ayuda a concentrarse en el ‘aquí y ahora’. La neurocientífica recuerda que “nuestro cuerpo cambia continuamente, y el cuerpo de mañana será otro.” La configuración corporal influye en cómo interpretamos el presente, y al anclarnos en el momento con movimientos rítmicos, logramos una conexión que nos mantiene mentalmente presentes, una especie de mindfulness con todos los beneficios que ya conocemos.
5. Complejidad de las redes cerebrales
La danza crea redes neuronales complejas, algo que la experta compara con una orquesta de miles de músicos sincronizados. Esto no solo mejora el procesamiento de la información, sino que también protege el cerebro de enfermedades neurodegenerativas y ayuda a reorganizarlo tras un daño psicológico. “Con menos neuronas, pero organizadas de forma más eficiente, el cerebro es capaz de procesar más información,” añade Castellanos. Esto optimiza el uso de energía y crea un “escudo” natural contra el desgaste cerebral.
6. Neurogénesis en el hipocampo
La neurociencia ha demostrado que el baile promueve la neurogénesis en el hipocampo, una estructura cerebral fundamental para la memoria y el aprendizaje. Según un estudio reciente del CSIC, “la danza es uno de los ejercicios más complejos, ya que fomenta la creación de nuevas neuronas en el cerebro adulto, algo vital para mantener una buena salud cognitiva.” Con el tiempo, esta práctica permite mantener la plasticidad cerebral y un mejor rendimiento en actividades cotidianas.
7. Mejora de la salud mental
A medida que la charla avanzaba, más me fascinaban los efectos del baile sobre la salud y me preguntaba por qué no se recetan más horas de baile. Disminuye el estrés psicológico, mejora la satisfacción con la vida, aumenta la flexibilidad cognitiva y reduce la ansiedad. “La danza mejora el estado de ánimo y reduce la percepción del dolor,” señala Castellanos, y claro, fortalece las conexiones sociales.
8. Fortalecimiento de las relaciones sociales
Bailar en grupo, ya sea en pareja o en comunidad, crea vínculos profundos. La neurociencia ha demostrado que bailar juntos sincroniza los latidos del corazón y aumenta la cohesión social. Esta sincronización entre cuerpos se convierte en una “superposición de campos eléctricos cardíacos”, como lo llama Castellanos, un fenómeno que genera un sentido de unidad y pertenencia.
9. La danza como lenguaje universal
Bailar fomenta la diversidad dentro de la unidad, fortaleciendo, también, la salud social. Este principio, según Castellanos, “permite que las personas sientan que pertenecen a algo más grande, respetando sus diferencias individuales.” Este sentimiento de pertenencia es crucial para el bienestar emocional, especialmente en sociedades cada vez más individualistas.