Aceptar elogios: cómo ser dueña de tus logros

Aceptar elogios y valorar los logros

Piénsalo un segundo: cuando alguien te dice lo brillante que fue tu presentación o lo admirable que es tu estilo al vestir, ¿cómo sueles responder? Muchas mujeres nos apresuramos a restarle importancia, contestando cosas como “¡Ay, no es para tanto!” o “La verdad, estaba de rebajas”. Este hábito, que puede parecer inofensivo, refleja una verdad más profunda: la dificultad para aceptar elogios y, en última instancia, para reconocer y valorar nuestros logros. “Un halago es, en esencia, un regalo verbal. Es alguien que dedica un momento para decirte: ‘Oye, veo algo especial en ti y quiero que lo sepas’. Sin embargo, muchas veces, en lugar de aceptar este regalo, lo devolvemos apresuradamente, lo ignoramos o incluso lo rechazamos”, señala Yolanda Ferrero, educadora y coach experta en desarrollo personal.

Recibir cualquier tipo de alabanza puede ser un desafío para muchas mujeres debido a creencias culturales, inseguridades personales o temores sociales. “Nos han enseñado a ser modestas, a no ‘creérnoslo demasiado’ o a pensar que aceptar un cumplido es sinónimo de soberbia”, explica Ferrero. Además, existe el miedo al juicio, a ser vistas como egocéntricas, lo que genera incomodidad y respuestas apresuradas que terminan desviando o rechazando la atención. “Pero… ¿y si te dijera que recibir un halago con sinceridad no tiene nada que ver con el ego y mucho que ver con la autoestima?”.

Los halagos tienen un efecto positivo directo en la autoestima y la motivación laboral, ya que refuerzan el sentido de valor personal y profesional. “Cuando alguien recibe un cumplido, normalmente tiene una sensación de reconocimiento y validación que puede mejorar la confianza en uno mismo (autoestima) y la actitud para asumir nuevos retos”, añade la coach. “En el ámbito laboral, también sirven como retroalimentación positiva, ya que refuerzan comportamientos deseables y fomentan un ambiente de trabajo más colaborativo y motivador”.

La clave está en el equilibrio

Aceptar un elogio con naturalidad es una habilidad que se puede desarrollar. Ensayar respuestas simples permite afrontar esos momentos incómodos en los que la reacción suele ser impulsiva o torpe. Ferrero señala que el secreto está en la autenticidad y la sencillez: “Un simple ‘gracias, significa mucho para mí’ transmite aprecio sin parecer egocéntrico. Reconocer el halago con gratitud, sin restarle importancia, pero también sin exagerar, es clave”. Responder de forma breve y sincera demuestra gratitud sin necesidad de alargar la conversación.

Es crucial entender que los gestos de admiración son auténticas muestras de reconocimiento, no juicios ni críticas disfrazadas. “Recíbelos con la misma alegría con la que aceptarías un obsequio físico”, aconseja la coach. Este cambio de enfoque, que sustituye las creencias limitantes –“no me lo merezco”– por afirmaciones positivas –“es un reconocimiento a mi esfuerzo”–, no solo facilita una respuesta más natural, sino que convierte la incomodidad en una oportunidad para fortalecer las relaciones interpersonales. “Aceptar un halago valida el esfuerzo de quien lo ofrece”.

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