Esta “veterana de las telenovelas mexicanas” –así fue bautizada en el perfil de The New York Times que firmó Kyle Buchanan a finales de agosto– sí forjó parte de su carrera en series diarias del país latinoamericano, pero también en otras españolas. Ha pasado más de una década desde que se decidiera a cruzar el Atlántico para buscar suerte. “Hice una serie en España que se llamó El pasado es mañana y ahí conocí a un director de la Época de Oro del cine mexicano, Julián Pastor. Fue a través de él por lo que llegué allí. Creía que solamente había cactus y me encontré con un país maravilloso lleno de cosas bonitas que se desconocen en España”. Y, de ahí, a trabajar con uno de los directores franceses más respetados, el mencionado Audiard. “Yo he terminado trabajando en Emilia Pérez porque los dos estamos como putas cabras”, explica. “Es una de las personas más creativas, libres y apasionadas. Es como un niño haciendo películas, pero con la inteligencia de cualquiera de los más grandes del mundo. Cuando rodamos, para mí tampoco significaba gran cosa él como cineasta porque hace un cine de autor y yo estaba más acostumbrada al comercial, al de Steven Spielberg o George Lucas, que son las cosas que a mí me gustaban”, reconoce, antes de admitir con desvergüenza: “Yo agarraba la ventaja de ser una de las pocas personas del rodaje que sabían español y jugaba con ella, pero nos queremos con locura”.
Al contrario que Manitas, el poderoso capo de la droga que teje toda una red para que no trascienda su transición de género, Karla Sofía Gascón llevó a cabo el proceso en 2018 en un hospital de Madrid, cuando ya era una persona pública. Interpretar a un hombre en pantalla, al contrario de lo que pudiera parecer, no ha supuesto un problema para ella. “He hablado con mucha gente e incluso en el Festival de Ischia algunas personas que habían trabajado en la serie Sense8 me contaron que tuvieron muchos problemas [de disforia]. Yo te digo la verdad: soy una actriz y hago mi trabajo”, comparte con una honestidad infrecuente. “A mí lo que me gusta es meterme en la piel de los personajes. Me cagan ese tipo de actrices o actores que quieren guardar su imagen y no hacen cosas que el público pueda pensar que van en contra de sus valores”, continúa. “Para mí ha sido más divertido meterme en la piel de Manitas en la primera parte. No divertido, divertidísimo. Si tengo que elegir, me quedo con esas escenas. Hasta le he dicho a Jacques que hay que hacer una precuela y que esto no se puede quedar así. Y nada de hacerlo de cuando era pequeño, que no quiero que lo interprete cualquier pendejo”.
