Exposición ‘Inventing The Runway’: 5 desfiles de moda épicos que cobran vida en la muestra londinense

La exposición Inventing The Runway recorre la evolución de los desfiles de moda desde los salones de Charles Frederick Worth hasta los CD-ROM de Helmut Lang, reinterpretando los mejores desfiles de la historia en la inmersiva galería Lightroom, en el King’s Cross londinense. Descubre cinco de las colecciones históricas que se proyectan en sus paredes, que alcanzan los doce metros de altura.

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Alexander McQueen, primavera-verano 1999.

Fairchild Archive

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Alexander McQueen, primavera-verano 1999.

Fairchild Archive

Alexander McQueen: primavera-verano 1999

El decimotercero desfile de Alexander McQueen, celebrado en una antigua estación de autobuses llamada Gatliff Warehouse, cerca de la estación de Victoria, se inspiró en infinidad de cosas, desde el movimiento Arts & Crafts hasta las prótesis desarrolladas en el hospital Queen Mary durante la Gran Guerra. La atleta paralímpica Aimee Mullins abrió el desfile con unas piernas de madera de cerezo que recordaban las esculturas del siglo XVII de Grinling Gibbons. Shalom Harlow lo cerró con una performance que aún perdura en la memoria de los periodistas: subida a un disco giratorio y ataviada con un vestido blanco trapezoidal, la modelo permaneció inmóvil mientras dos robots provenientes de una fábrica de automóviles la rociaban furiosamente con pintura negra y verde. Posteriormente, McQueen afirmó que la actuación se había inspirado en la instalación High Moon (1991), de Rebecca Horn, y declaró a ArtReview que había tardado una semana entera en programar los robots, aunque se abstuvo de dar instrucciones a Harlow sobre cómo actuar con ellos en esa sesión vespertina. «Alexander y yo no hablamos directamente sobre esta prenda, ni sobre cómo crearíamos ese momento del desfile», recordó la modelo de cara a la inauguración de Savage Beauty, la retrospectiva que el museo Victoria & Albert dedicó a la trayectoria de Alexander McQueen. «Creo que quería interferir lo menos posible y permitirme vivir esa experiencia de la forma más genuina y espontánea posible».

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Hussein Chalayan, otoño-invierno 2000/2001.

Peter Jordan/PA Images

Hussein Chalayan: otoño-invierno 2000

«Mi familia sufrió el drama del exilio», recuerda el diseñador británico-chipriota Hussein Chalayan en Inventing the Runway: muchos de ellos tuvieron que abandonar sus hogares. El diseñador decidió explorar el asunto en su desfile de otoño/invierno de 2000, celebrado el Sadler’s Wells de Islington (Londres). El escenario del teatro se había reorganizado tomando forma de sala de estar, y las modelos se pasearon por él con vestidos, faldas de volantes, gabardinas y, por último, con los muebles de la sala. «El final de Chalayan fue asombroso», escribió entonces Plum Sykes en una crítica para Vogue: «Cuatro modelos ataviadas con elegantes vestidos grises se acercaron a las sillas, les quitaron las fundas y se las pusieron, en una réplica perfecta de las camisas que ya llevaban puestas. La última modelo se metió en la mesa, la levantó y esta se transformó en una falda de madera (los expertos en moda más instruidos recordarán que en el desfile de graduación de Chalayan también hubo una falda de madera). Por último, plegaron las sillas, que se convirtieron en maletas, y las sacaron del escenario. La pantalla de televisión desapareció, y los periodistas nos quedamos mirando una sala vacía. Pura magia».

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Hussein Chalayan, otoño-invierno 2000/2001.

Peter Jordan/PA Images

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Hussein Chalayan, otoño-invierno 2000/2001.

Peter Jordan/PA Images

Tom Ford: primavera-verano 2011

Al presentar su primera colección de ropa de mujer en seis años, Tom Ford se rebeló contra la inmediatez y uniformidad de los desfiles de moda de los años ochenta. La inspiración para su desfile de primavera/verano 2011, que tuvo lugar en su tienda de Madison Avenue, le asaltó en un hotel de la Eurostar: decidió prescindir de las modelos y apostar en su lugar por 32 iconos, como Marisa Berenson, Stella Tennant o Beyoncé: «Quería contar con mujeres de todas las edades, anatomías, caracteres y personalidades», declaró a WWD. «Diseñé esas prendas para cada una de esas mujeres específicas: les tomé las medidas, pensé en cómo eran y en la ropa que solían llevar». Beyoncé, que estaba de parón (el desfile tuvo lugar antes del lanzamiento de su disco 4), lució un vestido de jacquard plateado, y Ford narró su turno en la pasarela para el centenar de editores de moda presentes. Posteriormente, The New York Times preguntó a la cantante si había tenido dudas sobre si participar en el desfile o no, y ella respondió: «En absoluto, ¿tú has visto la ropa?«.

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