No encajaba en ningún sitio y este es el porqué
Aunque a veces he tenido la sensación de no sentirme del todo cómoda en según qué situaciones, debo confesar que conforme fui entrando en la madurez comencé a sentir que no encajaba en ningún sitio. Había mucho cariño y lugares comunes con mis amigos de la infancia o la adolescencia, aunque mi yo adulto poco tenía que ver con ellos; mientras que con las nuevas amistades me costaba establecer vínculos de calidad. ¿Me he vuelto un bicho raro? En estas estaba cuando llegó a mis manos el libro Corina Randazzo, ¿Quién coño soy? (Editorial Montena), y con semejante título no tuve más remedio que leerlo.
Su autora cuenta su proceso de cambio y cómo a través del autoconocimiento consiguió conectar con su verdadera esencia. “Al llegar a la mediana edad, es usual que surja una sensación de desconexión o pérdida. Esto se debe a que muchas decisiones han sido influenciadas por expectativas externas”, me cuenta durante una charla, y señala que con el paso del tiempo, nos damos cuenta de que nuestra vida actual no siempre refleja quiénes realmente somos o lo que en el fondo deseamos, lo que puede generar una crisis de identidad y una sensación de vacío.
Para Corina, reconstruir nuestra identidad pasa por cuestionar las creencias heredadas. «Muchas veces cargamos con ideas que no nos pertenecen. En mi caso, crecí asumiendo etiquetas y miedos que limitaban mi capacidad de decidir por mí misma. Soltar esas expectativas fue liberador: me permitió reconectar con una versión más auténtica de mí», confiesa, y advierte que este proceso no está exento de retos, ya que puede transformar no solo nuestra mente, sino también nuestro cuerpo. “El cuerpo guarda tensiones derivadas de esas cargas emocionales. Cuando solté las expectativas, mis hombros dejaron de estar rígidos y empecé a dormir mejor. Es increíble cómo la mente y el cuerpo se liberan cuando dejamos ir lo que no nos pertenece”, me espeta con una sonrisa, mientras me hace cuestionarme si el dolor de mi cuello tendrá algo que contar.
Autosabotaje: el enemigo silencioso
A menudo, el mayor freno para lograr nuestras metas no está fuera, sino dentro de una misma. Es una voz que susurra dudas, alimenta miedos y parece ponernos la zancadilla cada vez que intentamos avanzar. Randazzo lo define en su libro como un enemigo silencioso pero persistente: el autosabotaje. “Es increíble lo creativa que puede ser nuestra mente cuando se trata de ponernos límites”, comenta. “Nos decimos que no estamos preparadas, que no somos lo suficientemente buenas o que alguien más lo hará mejor. Y, al final, dejamos pasar oportunidades que podrían cambiar nuestra vida”.
El autosabotaje actúa como una barrera invisible que nos desconecta de nuestras propias capacidades. Aparece disfrazado de procrastinación, miedo al fracaso o, incluso, perfeccionismo, algo de lo que ya hemos hablado en otras ocasiones. Pero, ¿de dónde viene esta tendencia a ponernos trabas? “Crecemos con ideas que nos limitan: que debemos ser modestas, que no podemos fallar, que el éxito viene con sacrificio extremo. Esas creencias se convierten en pequeñas trampas que nos vamos poniendo a lo largo del camino”. Identificarlas es el primer paso para desactivarlas. “Yo tenía una idea muy arraigada de que no debía destacar demasiado, porque hacerlo podía hacer que los demás me rechazaran”, confiesa. “Cuando entendí de dónde venía ese miedo, pude empezar a soltarlo”.
La pareja que merezco
Es cierto que crecemos en piloto automático, sin cuestionarnos si lo que hemos ido aprendiendo a lo largo de los años de verdad comulga con nosotras, o si necesitamos hacer un reajuste a todo aquello que forma nuestro sistema de creencias y que damos por sentado. Y es desde esa ceguera que a menudo elegimos nuestras relaciones de pareja, otra piedra angular que a menudo se tambalea con el paso del tiempo. “He aprendido que tener un buen autoconcepto y una autoestima sólida es fundamental para poder elegir una pareja sana. Cuando no estamos bien con nosotras mismas o no tenemos una imagen clara de lo que valemos, es muy fácil conformarse con relaciones que no nos aportan o incluso que nos dañan”.
“Trabajar en el autoconcepto ha sido clave para romper ese ciclo”, explica Corina, quien sabe que si no nos valoramos lo suficiente, no encontraremos a alguien que lo haga, y añade que fortalecer su autoestima no solo le permitió poner límites más claros, sino también entender lo que realmente quería en una relación. “Cuando te sientes completa y bien contigo misma, no necesitas conformarte con menos de lo que mereces. Eso cambia completamente la manera en que eliges pareja”. Arguye que construir una relación desde el respeto mutuo y el amor propio, y no desde la dependencia o la validación externa, es crucial para disfrutar de vínculos más sanos y equilibrados.