Stay Hydrated: ¿por qué las generaciones más jóvenes solo piensan en hidratarse?

Stay Hydrated!

2024. Tiktok está arrasado de vídeos en los que una misma persona explica en qué se diferencia el look de una millennial del de una gen z. Las nuevas generaciones se distinguen de las anteriores en los detalles, como cuando deciden si van a meterse la camiseta por dentro o no, pero también cuando escogen cómo salir (y hasta qué hora). Siempre ha sido así y así seguirá siendo: las alfa acabarán echando por tierra todo lo anterior, aunque para eso todavía faltan algunos años. Mientras esperamos para verlo, nos detendremos en una tendencia que las ahora veinteañeras han heredado de sus hermanas mayores: la obsesión por la hidratación.

Solo había que estar atenta a los ‘memes’. En el nuevo milenio, son estas imágenes (o vídeos) con o sin texto los que miden la temperatura social de las cosas que importan. Y este surgió, como siempre ocurre, de una manera que nada tiene que ver con lo que después fue. Hablamos de una forma de comunicación que funciona como el teléfono escacharrado: en 2013, un usuario publicó una broma de mal gusto —como todas las que surgen en la ‘machosfera’— y aquello acabó convirtiéndose en una etiqueta de TikTok.

O dicho de otra forma: esa broma irónica formulada hace casi una década se convirtió sin quererlo en una tendencia que se tradujo en un prolífico nicho de mercado. De repente, celebrities de todo el mundo caminaban con botellas gigantes que colgaban de sus manos y no solo cuando iban al gimnasio. Marcas como Stanley, Yeti o Hydro Flask se convertían en accesorios de moda que cientos de miles de adolescentes después buscaban para incorporarlos a sus estilismos. Las oficinas de todo el mundo se llenaban de garrafas y termos motivacionales. Toda esa hidratación en pos de alcanzar un estado de salud óptimo y soñado, complementado con la cantidad exacta de proteínas y habituales visitas al gimnasio para practicar pilates con máquina o barré.

Termos de agua chic —destinados a hacer trekking— que funcionan como un ítem de lifestyle de lujo: a fin de cuentas, las botellas de Stanley alcanzan los 50 euros y casi siempre se maridan con un total look de Alo Yoga. Una imagen que grita: ‘Soy una mujer sana que está en forma’. Y de paso, avisa: ‘No soy de clase trabajadora y tengo tiempo para cuidarme’. Lo que se traduce como: ‘Tengo tiempo y energía para hacer todo lo que sea necesario por estar delgada’. Porque no estarlo significa no cuidarse y no tener salud. Lo cual es completamente erróneo, no está de más recordarlo.

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