¿Debemos mantener la dieta, también en Navidad?
Cher, aka la diosa de la eterna juventud, confesaba a principios de los años 90 uno de los supuestos secretos de su aspecto y vitalidad en su libro Cher Forever Fit: The Lifetime Plan for Health, Fitness and Beauty: “Trato de evitar el alto contenido en grasas porque me hacen aumentar de peso. Los lácteos no son buenos, hace tiempo que pasé de la leche entera a la desnatada (cuando la tomo) y creo que el queso es de lo peor para el cuerpo. No se digiere bien y la mayoría son demasiado altos en grasas y colesterol”, escribía la intérprete de I Got You Baby. Pero para inesperadas confesiones gastronómicas, las de David Beckham sobre su mujer, Victoria. “Solo come pescado a la plancha y verduras al vapor; rara vez toma otra cosa. La única vez que la he visto probar algo de mi plato fue cuando estaba embarazada de Harper y fue lo más increíble del mundo… Fue una de mis noches favoritas. No recuerdo de qué se trataba, ¡pero sé que no lo ha vuelto a comer desde entonces!”, revelaba el futbolista al pódcast británico Table 4, del restaurante londinense The River Café.
Con esta introducción, sobra la pregunta: ¿también la élite hollywoodiense se excederá en sus comidas y cenas familiares, o contendrán sus caprichos incluso cuando el resto de mortales pecamos (casi) sin culpa? ¿Podemos permitirnos ciertas licencias en materia de nutrición o deberíamos aspirar a la fuerza de voluntad de Cher? Quién sabe, puede que incluso la ex Spice Girl se rinda en secreto al azúcar cuando los focos se apagan. “En mi opinión no siempre hay que buscar la versión ‘fit’ de las cosas. Al fin y al cabo se trata de disfrutar de alimentos que consumimos en días puntuales del año. Por ejemplo, ¿de qué sirve preparar un roscón casero y bajo en azúcares, que posiblemente no nos guste tanto y no nos quite las ganas de comer uno ‘de verdad’, si solo lo vamos a tomar el día de Reyes? Lo ideal sería poder consumir este tipo de dulces en fechas determinadas y disfrutarlos sin sentir culpa ni obsesionarnos buscando la versión baja en calorías”, argumenta al respecto Laura Jorge, dietista-nutricionista fundadora del centro de nutrición y psicología homónimo.
Evitar la demonización de los alimentos
Lo que la experta recomienda puede extrapolarse a cualquier otra celebración o momento especial, ya sea un cumpleaños, una cita importante o, simplemente, un antojo esporádico: encontrar el equilibrio entre comer sano y disfrutar de alimentos procesados, azucarados o grasos de forma puntual. “Podemos reservarlos para días festivos o especiales y el resto, los días ‘normales’, seguir con nuestra rutina. Un buen truco sería no cocinar ni comprar en exceso e intentar comer en cantidades razonables –lo que necesitemos para quedarnos a gusto sin la típica sensación de malestar y pesadez–. Así, aunque nos salgamos de nuestra rutina habitual, seguirán predominando los buenos hábitos”.
Porque tan importante es seguir una dieta mediterránea –rica en frutas, verduras y cereales integrales– equilibrada y variada, como concedernos excepciones cuando procede. Al fin y al cabo unos cuantos días al año no determinan el trabajo de los meses restantes y las prohibiciones, especialmente cuando son tajantes y autoimpuestas, suelen traer consigo más contras que pros. “A veces demonizamos ciertos alimentos por el macronutriente predominante en ellos. El chocolate, por ejemplo, por la grasa y el azúcar o, si hablamos del pan, por los hidratos de carbono. Es un error común encasillar los hidratos y las grasas como ‘malos’ sin ver los alimentos como un conjunto de todos sus nutrientes. Al final todo tiene cabida en una alimentación saludable y las prohibiciones pueden ser incluso peores por generar un mayor deseo o desencadenar una relación tóxica con la comida”, señala Jorge. “Es cierto que el queso tiene un alto contenido en grasas y colesterol, pero también es una fuente de proteínas, calcio y vitaminas A y B12. Todo depende de la cantidad y del tipo de queso consumido. En el caso del pan, su calidad nutricional dependerá del que escojamos. Los panes comerciales suelen incluir aditivos, menos fibra y azúcares añadidos, mientras que el pan de masa madre de obrador tiene menos ingredientes y se fermenta naturalmente, facilitando la digestión y mejorando la absorción de nutrientes. Además tiene menor índice glucémico, lo que hace que el azúcar en sangre suba más lentamente y evite picos de glucosa”, añade Leticia Carrera, farmacéutica, nutricionista, experta en bioquímica y directora del centro Felicidad Carrera.
Cómo saltarnos la dieta en Navidad, sin pecar en mayúsculas
Y, aunque en fechas señaladas caigamos en la tentación por la puerta grande, existen también alternativas para esos días en los que no queramos pecar con mayúsculas, pero tampoco renunciar a las mieles de un buen postre. ‘Caprichos saludables’ que ni la mismísima Cher desaprobaría. “Podemos utilizar chocolate con un porcentaje alto de cacao para elaborar nuestras recetas caseras en lugar de chocolate con leche, con más azúcares y grasas de peor calidad. El turrón, por ejemplo, podemos hacerlo en casa utilizando chocolate negro fundido con aceite de coco y mezclado con algún cereal inflado (como la quinoa), para luego añadir frutos secos al gusto y dejarlo reposar en la nevera”, propone Jorge, que recomienda también endulzar nuestras sobremesas con fruta natural o deshidratada bañada en chocolate negro, como pueden ser los dátiles o los higos secos. “Por ejemplo, podemos servir una bandeja de fruta fresca antes de sacar las típicas opciones más calóricas, así nos saciaremos antes y evitaremos llenarnos únicamente con los dulces”.
Sea como fuere e independientemente de lo que adorne nuestra mesa, lo importante, recuerda la nutricionista y autora del libro ¿Qué nos mueve a comer así? Laura Parada, es no restringirse en exceso. “Muchas personas se proponen dietas estrictas días antes de las fiestas para que el efecto no se note tanto. Esta restricción tiene el efecto contrario, ya que luego se nos antojará todo lo que no comimos los días previos”. Y aunque es cierto que no debemos tirar todo por la borda a la mínima, disfrutar de la comida de forma equilibrada es esencial. Al fin y al cabo ya lo dice el refranero español: una vez al año no hace daño.