Aunque estuvo casi ausente durante la campaña, la Primera Dama hizo apariciones en la prensa promocionando su libro de memorias Melania el año pasado, lo que apuntaba a posibles ambiciones de emerger como una personalidad propia. Una alineación con la moda podría ayudar a impulsar esas aspiraciones, en caso de que la industria estuviera dispuesta a jugar, aunque existe un precedente de reticencia por parte del establishment de la moda neoyorquina a comprometerse con Trump como Primera Dama. Los diseñadores se han mostrado reticentes a mostrar cualquier alineamiento con la administración Trump para no enturbiar sus valores e ideales políticos más progresistas. Aún así, es innegable que vestir a una Primera Dama proporciona una gran atención, y se convierte en una referencia de estilo para los bolsillos más conservadores de los clientes a los que marcas como Lippes (o, digamos, Carolina Herrera, Oscar de la Renta y otras) suelen atender.
El pasado fin de semana, la firma Oscar de la Renta compartió en redes sociales que había vestido a la Segunda Dama Usha Vance para la cena del Vicepresidente y a Ivanka Trump para otro acto. La sección de comentarios de ambas publicaciones en Instagram se inundó de clientes y seguidores que compartían su decepción. Esto sirve como indicio de lo que otras marcas populares que se alinean con la administración Trump tendrán que afrontar, aunque hay que decir que una tormenta en las plataformas sociales no se desarrolla necesariamente en el punto de venta. A juzgar por la elección de Lippes de vestir a la Primera Dama para la ocasión, la recompensa puede ser mayor que el riesgo, pero solo el tiempo lo dirá.