Otra decisión que Matilde tenía clara fue su vestido de novia: siempre había sabido que quería casarse de Chanel. “A mi madre y a mí nos hacía mucha ilusión el ponernos a buscarlo”, recuerda. «Al principio, no tenía ningún diseño específico en mente, así que empecé mirando archivos de alta costura de Chanel. El vestido que me cautivó era de la colección de otoño 1996, el año en que nací, lo que le daba aún más significado. Me pareció atemporal, con toques modernos, y era perfecto para el clima de octubre».
Como ocurre en las películas, cuando Matilde encontró su vestido ideal, lo supo al instante. «Durante la primera prueba en París, mi madre y yo hojeamos libros de archivo en persona», explica. «Cuando sacaron el look de otoño 1996, supe que era el elegido. Hicimos ligeros ajustes, como cambiar el color a un blanco más nupcial y quitar los pantalones de debajo. En la segunda prueba, ya habían terminado el corpiño, y utilizaron un maniquí a medida basado en mis medidas durante todo el proceso, que me dejaron quedarme de recuerdo».
Recurrió a Massaro Paris para Chanel para sus zapatos de novia, inspirados en diseños clásicos de Chanel. Mantuvo su look nupcial en secreto para todo el mundo, incluidas sus damas de honor, de modo que fuera un recuerdo especial con su madre. «Siempre estaré agradecida de haberlo compartido con ella», añade. Para armonizar con la novia, la madre también lució alta costura de Chanel con tacones a juego de Massaro Paris para Chanel.
Como era de esperar, Matilde lució joyas de su marca homónima. «Elegí unos pendientes de diamantes en forma de pera con un total de 11,16 quilates de diamantes cultivados en laboratorio, a juego con mi anillo de compromiso que tiene un diamante también de laboratorio de cinco quilates», describe. «Mi madre llevaba un collar de Matilde Jewellery de oro blanco reciclado de 14 quilates con 39,35 quilates de diamantes cultivados en laboratorio, de talla pera, marquesa y redonda».
Como no suele maquillarse mucho, buscó un look natural con la maquilladora Melissa Bourne. Antes de la boda, se trató la piel con la facialista Guendalina Gennari para conseguir el máximo esplendor. «Quería verme y sentirme yo misma», dice la novia.
