‘Tsundoku’: el arte de acumular libros
“Todo lector que se precie atesora más libros de los que podrá leer en varias vidas”, sentencia Laura Riñón, librera y escritora, además de propietaria de la librería Amapolas en Octubre, ubicada en pleno centro de Madrid (C/ de Pelayo, 60). Ocupan estanterías, escritorios, mesillas de noche, sofás y cualquier rincón de un hogar que se precie. Acumular libros es una pequeña obsesión que persigue a los amantes de la lectura –y, muchas veces, es inevitable–. Te topas con un libro nuevo, que no solo llama tu atención, sino que vestiría a la perfección esa balda en la que todavía parece que hay hueco para más. De hecho, puede que te hayas acabado convirtiendo en un ‘tsundoku’ sin saberlo.
“Es un término que surgió en Japón en la Era Meiji (1868-1912) coincidiendo con un momento de rápida occidentalización. De pronto, la gente tuvo acceso a multitud de títulos y empezó a comprar más libros de los que podía leer”, nos explica Valeria Sabater, psicóloga especialista en psicología social y psiquiatría, sobre el origen de esta palabra japonesa. Virginia Woolf, que llegó a atesorar unos 4.000 títulos en su biblioteca personal, podría ser la perfecta definición de un ‘tsundoku’. Aunque esta autora británica no fue la única escritora que vivió rodeada (literalmente) de libros. También les sucedió a Ernest Hemingway o a Umberto Eco, pero, sin ir más lejos, puede que recuerdes las estanterías repletas de libros de un amigo. O, de hecho, las tuyas propias. “Es una conducta que define a todo buen amante de la lectura”, asegura Sabater. “Es tal el interés que nos generan los títulos que vemos cada día en las librerías, en las redes sociales o que nos comenta nuestro entorno, que terminamos tapizando la casa entera de novelas, ensayos, poemarios… “, añade. Matteo Mazzucato, psicólogo portavoz de Unobravo, nos explica el significado y la evolución de este término: “Se compone de las palabras “tsunde” (apilar cosas) y “oku” (dejar algo para más tarde). Por aquel entonces, se refería a un fenómeno social, pero con el tiempo ha llegado a asociarse con una práctica comportamental sobre la cual reflexionar”.
Si hablamos sobre qué mueve a un lector a acumular tal cantidad de títulos, la psicóloga hace una comparación con el amor romántico: “Nuestra pasión por los libros nos puede llevar en ocasiones a la adicción, en la mayoría de las veces, una saludable”, aclara Sabater. “Hay lectores que sienten felicidad al ver toda esa biblioteca de obras por descubrir”, aclara. “El ensayista Nassim Nicholas Taleb comenta que este tipo de conducta demuestra nuestra humildad, porque esos libros pendientes de leer nos hacen ser conscientes de todo lo que nos falta por descubrir o aprender. Y eso es bueno”, recalca la psicóloga. Un hecho en el que también coincide Riñón: “El lector no lee para presumir de ello, sino para aprender, compartir y descubrir”. A lo que, además, aclara: “La lectura de los libros y la creación de una biblioteca personal son dos hechos totalmente compatibles”. De hecho, hay quienes definen el ‘tsundoku’ como el arte de acumular libros por placer. “Quien ama leer tiene condicionada la imagen de los libros: su olor, su tacto, su forma…”, explica la psicóloga. “Son estímulos placenteros para nuestro cerebro porque los asocia a momentos gratificantes que ha ido construyendo a lo largo de la vida y desde la infancia”. Así, acumular títulos en la estantería –y en la lista de pendientes– puede traducirse en toda una ilusión. “Leer es, por encima de todo, un acto emocional y ese deseo siempre persiste, tanto en el acto de compra como en la espera por sumergirnos en la lectura”, añade Sabater.
Sin embargo, coleccionar libros es una pasión que contiene un arma de doble filo. “Muchos de ellos quedan en el rincón del olvido, sin leerse por falta de tiempo”, apunta la psicóloga. A raíz de las redes sociales y del ansia de muchos por mostrar en ellas su vida –y, por tanto, los libros que adquiere o lee– ha surgido un nuevo tipo de lector. “Los ‘lectores de escaparate’ compran grandes clásicos o los últimos bestsellers para llenar su biblioteca y aparentar. Lo hacen sabiendo que, en realidad, nunca abrirán las tapas de esos volúmenes ni disfrutarán del olor de sus páginas”, explica.
Colecciones inconscientes
Esas pilas de libros pendientes también pueden llegar a ser un reflejo de nuestra personalidad o de las emociones que atravesamos. “Una conducta muy frecuente es ir a comprar un libro después de haber tenido un mal día”, señala la psicóloga. Admitámoslo, la mayoría hemos seguido más de una vez este patrón. “Lo hacemos a modo de parche emocional, adquirir ese título nos genera un pico de emoción (dopamina)”, añade. Mazzucato también nos habla de esa gratificación instantánea: “Puede brindarnos la sensación de estar acercándonos a nuestras metas personales, incluso si no concretamos su lectura. Pero además nos cuenta que puede estar también motivado por el “miedo a perder oportunidades” o, lo que es lo mismo, el famoso FOMO –del inglés, fear of missing out–.
Sin embargo, ambos expertos coinciden en que acumular grandes cantidades de libros puede derivar en ansiedad. “La acumulación de libros por leer puede ser la representación visual de nuestra falta de tiempo o la mala gestión de él. Para algunas personas, tomar conciencia de que no pueden leer buena parte de los libros que adquieren puede traducirse en ansiedad”, explica Sabater. “De forma inconsciente, los libros no leídos actúan como recordatorios de nuestras “tareas pendientes” o metas incumplidas”, añade el portavoz de Unobravo.
Es habitual conocer a alguien que se lamenta por tener muchos libros pendientes y que no sabe por dónde o cómo empezar. Una presión alimentada, además, por fenómenos como BookTook. “Algunos adquieren títulos que no siempre son acordes a sus intereses reales, pero sienten que deben adquirirlos porque todo el mundo habla de ellos, porque hay que hacerse una foto leyendo el libro para subirlo a Instagram o TikTok”, explica Sabater. “La presión social nos distorsiona y provoca que derivemos en conductas que no siempre nos traen bienestar”.
Manual para ‘tsundokus’
Para quienes sufren ansiedad o incomodidad frente a tales pilas de libros pendientes, ambos psicólogos recomiendan hacer un filtro de reflexión antes de adquirir uno nuevo: