El ascensor del Claridge’s sube en un santiamén a la planta donde se arremolinan Gillian Anderson y su equipo. Anderson, que acaba de ser nombrada nueva embajadora de la gama Age Perfect de L’Oréal Paris, va vestida de color crema de pies a cabeza y sonríe amablemente cuando me acerco. Después de haberla visto por última vez interpretando a la férrea Margaret Thatcher en The Crown, el contraste es sorprendente, pero hay poco tiempo para charlar: tiene una agenda apretada y el reloj ha empezado a correr.
La estrella es ahora el rostro de una línea de cosmética facial formulada específicamente para pieles maduras, pero cuando le pregunto a Anderson qué se siente al hacerse mayor ante la mirada del público, responde sin rodeos: «No pienso en ello. Trato de no darle demasiada importancia o que se convierta en una preocupación, porque para mí es fundamental que mi aspecto en la vida real sea la forma en que me presento al mundo«, continúa. «Por eso suelo vestirme con ropa normal y no llevo maquillaje en mis redes sociales. “Creo que es importante que las mujeres nos veamos representadas en todas nuestras versiones, no solo la de la alfombra roja, con mucho maquillaje y mucha ayuda para lucir así». Indago un poco más, interesada en saber si esta postura de mostrarse tal cual es (que, por cierto, es bastante radiante, incluso a primera hora de la mañana) alberga alguna otra intención. De nuevo, no duda. «Cuando me uní a las redes sociales, sabía que tenía que hacerlo en mis propios términos. Y eso significaba ser auténticamente yo misma y no pretender ser alguien o algo diferente».
Cass Bird
