A pesar de tener “un máster en idealización de la realidad”, la retratista madrileña asegura haber evolucionado, con el paso de los años, hacia una versión algo ‘más aterrizada’ de sí misma. “La adultez me ha hecho asumir —a base de dosis de realidad— que la mayor parte de las veces estas expectativas, para sorpresa de nadie, no se cumplen. Y que, como casi todos los veranos, acabas una vez más, en una playa abarrotada de turistas y niños que gritan mucho, con marcas de quemaduras alternas por haberte esparcido mal la crema, pagando un ojo de la cara por una paella cuestionable en un chiringuito a 40º, e ignorando los mensajes de algún tipo de Tinder que solo te escribe cuando se aburre. Siento decirte que, para mi desgracia, con esto no puedo ayudarte. Creo que andamos todas lidiando con lo mismo”, continúa.
Sin embargo, con lo que sí puede ayudar es con su particular opinión sobre el poderoso idilio que protagonizan los libros y el verano. ¿Qué características presentan, entonces, tus lecturas favoritas para la temporada estival? “El perfecto libro de verano tiene que cumplir cuatro requisitos indispensables: 1. Empezar sin pretensiones, ser fácil de leer, enganchar (la concentración brilla por su ausencia en una playa abarrotada de gente), sorprender, pero, muy especialmente, entretener; 2. Ser ligero, pesar poco y apetecerte mucho. Has de sentir que puedes llevártelo a cualquier lugar, sin que te suponga una carga, ni física ni mental; 3. Si no te hace escupir una carcajada de las profundidades de tu ser —una de esas en las que la gente se gira a mirarte—: pasapalabra, amiga. Ya hay otros once meses del año para esforzarnos con cosas sesudas. Agosto está para abrazar lo liviano; 4. No busques que sea un libro que te cambie la vida, pero quién sabe… a veces la vida te sorprende. ¡Y los libros también!”, enumera la polifacética creadora.
Y, antes de pasar a compartir sus títulos indispensables para un día de playa o piscina, concluye con un toque de humor: “No creo ser yo la persona adecuada para dar consejos de pareja a nadie, pero, imbuida por la reciente fe en el amor que me ha devuelto el romance de Pamela Anderson y Liam Neeson, me aventuro a decir que estos cuatro puntos coinciden exactamente —en fondo y forma— con todo lo que también deberíamos pedirle a un perfecto affaire de verano”, dice.