Philip Glass, el compositor norteamericano, fue lampista, soldador y taxista antes de escribir partituras. Una de sus predilecciones ha sido los personajes históricos han sido los personajes históricos y creó una trilogía de óperas minimalistas sobre Einstein, Gandhi y Akhnaten, el faraón egipcio que impuso el monoteísmo y la adoración al Dios Sol. El Gran Teatre del Liceu acoge este domingo el estreno en España de la ópera Akhnaten sobre la vida de este faraón del siglo XIV a. C marido de Nefertiti y cuya muerte sigue envuelta en el misterio. Bajo la batuta de Karen Kamensek, la ópera, que se representará en otras cinco funciones, tiene la particularidad de que en ella no hay violines, aunque sí otros instrumentos de cuerda. La pareja formada por Anthony Roth Costanzo (Akhnaten) y Rihab Chaieb (Nefertiti) debuta en el Liceu.
La obra, compuesta en 1983, no tiene una estructura lineal, sino que va sumando diferentes meditaciones sobre este faraón, que accedió al cargo con 17 años. Phelim McDermott, el escenógrafo, explicó el día de la presentación que no deseaba hacer una “Aida barata” y que quiso dar juego a la visión del antiguo Egipto mezclando lo onírico con elementos reales. Un sol gigantesco, que cambia de tonalidad, gobierna el escenario. “En la primera escena”, contó el día de la presentación, “se recrea el ritual de El Libro de los Muertos cuando se comparaba el corazón del faraón pesaba menos que una pluma podía seguir su tránsito”. No solo eso: también aparecen malabaristas en toda la ópera en recuerdo a que la primera representación de un malabar apareció en un jeroglífico.
Víctor García de Gomar, director artístico del Liceu, afirmó que no hay mejor puesta en escena de Akhnaten que la que firmó McDermott en 2016 en Londres. “Es un espectáculo total”, sintetizó sobre la obra de Glass, el compositor minimalista a quien definió como un genio y como un creador “descomunal”. El contratenor Roth Costanzo no ocultó su pasión el músico, de quien dijo que ha ejercido una gran influencia sobre él, por el personaje y por esta ópera en sí. “Tiene el sentimiento de lo que era el antiguo Egipto. De alguna manera nos hemos hecho todos egiptólogos”, explicó.

Director desde hace un año de la Ópera de Filadelfia, Roth Costanzo definió al faraón como un visionario, aunque deslizó el dilema de si fue en realidad un hombre progresista o encarnó una involución. “Era un hombre singular y por eso Glass escribió su rol para un contratenor. ¿Era intersex? Hay gente que se lo pregunta», dijo sobre la transexualidad atribuida al faraón. Costanzo reveló que en un momento de la función aparece completamente desnudo y que se ha depilado para ello. El reinado duró solo 13 años y queda la duda de si fue asesinado por suponer un peligro para el orden establecido. Fiel a las indicaciones del compositor, Costanzo cantará, en catalán, el aria Hymn to the Sun. “Hay un aria que se tiene que cantar en la lengua del público. Lo he hecho en inglés y lo hacemos en catalán”, dijo.
La ópera tiene una singularidad porque en ella no tienen cabida los violines, aunque sí chelos y contrabajos. La directora de orquesta reveló que ha dirigido esta partitura decenas de veces y que forma parte de ella. “No hay violines pero es un sonido dulce. Una obra de tres horas sin violines es una experiencia completamente nueva”, dijo subrayando que la música de Glass es de todo “menos sencilla”. La misma lectura hace Chaieb, fascinada con la historia de Akhnaten, de quien dijo que además de ser el primer faraón monoteísta fue el primero en poner a la mujer en el mismo lugar que el hombre. “Vocalmente, es muy interesante porque hay veces que Nerfertiti canta más bajo que el faraón. Mi técnica mejoró después de cantar a Glass porque requiere mucha técnica y energía. No te puedes esconder”, concluye mostrando su pasión por Egipto y su mezcla “por el tiempo moderno y la eternidad”.