Fue Un chalet en la Gran Vía el primer libro de Alberto Otto. Se publicó en 2019 y nació al calor de unas redes sociales de las que el autor salió hace tiempo. Una colección de textos cortos humorísticos que poco tienen que ver con esta novela. “Son dos libros muy distintos. Se proponen con propósitos distintos y con escrituras distintas. Aquellos textos despliegan una idea, que, de alguna manera, yo diría que se ríe con ternura del mundo, de la ciudad, de la gente. La tos no se ríe de nada ni de nadie, como punto o de partida. Son escrituras muy distintas, en el sentido de que, por ejemplo, el libro anterior lo escribí de día. Yo le contaba a Sabina, que la conocía por entonces, que yo escribía cantando y bailando. Este lo he escrito muy de madrugada, a primera hora de la mañana, en cierta oscuridad y concentrado en algo que tenía que salir de dentro”, contrapone Otto. “Este es un tipo de novela que a mí me encanta leer que consiste en que alguien se sienta y te cuenta su vida. De principio a fin. Por ejemplo puede tener como hermano a El lazarillo de Tormes. Por ejemplo. Alguien que cuenta en primera persona, para mí fundamental, lo que ha pasado, lo que ha vivido y cómo es esa misma persona”.
“Necesito leer mucho durante la escritura porque requiero de leña para seguir. La verdad es que lo siento como tal, necesito estar leyendo. Leo. Es un proceso que acompaña a la escritura, un proceso que a mí me divierte mucho y que se lleva mucho de mi tiempo y mi interés. Es un rastreo de qué sí y qué no. Es una búsqueda muy, muy, muy intuitiva, casi como un olfateo”, comenta el autor sobre sus hábitos en los meses en los que escribió La tos. “Tengo al lado de mi casa una biblioteca pública y voy a veces, casi en pijama si es necesario. Entro, cojo unos libros, los abro y leo la primera página. Necesito leer algo que mantenga el clima, la atmósfera. Una suerte de combustible”, apunta. “Busco que no se apague lo que yo tengo encendido y voy buscando novelas que tengan eso. Muchas veces no están ni remotamente cerca de lo que yo estoy escribiendo. Necesito leer mucho. He leído cosas muy variadas, fundamentalmente autores muertos, algunos jovenes, pero no voy a nombrar. Solo a uno que ha sido una compañía excelente: Jon Fosse, el Nobel de Literatura”.