Nunca quiso ser florista, pero el lado más sensorial de las plantas empujó a Noemí Iniesta Amo (Sabadell, 1987) a crear un espacio muy singular. Su atelier floral, Alblanc –nombre que bebe de la idea de partir de una hoja en blanco, sin referencias y con un camino propio–, nació en 2017 y se remonta a un encargo muy especial: diseñar las flores para la boda de su mejor amiga. Iniesta estudió Diseño Gráfico en EINA, el Centro Universitario de Diseño y Arte de Barcelona. “Mi madre se convirtió en florista cuando yo tenía 14 años”, recuerda. “Las flores siempre han sido parte de mi vida, pero no entendí el beneficio de comprarlas o la necesidad de tenerlas en casa hasta que llegué a Bruselas”, confiesa la artista. Con 23 años se mudó a Bélgica para ampliar sus estudios, un país con cielos azules escasos y donde añoró mucho la presencia de estos detalles naturales. “La oscuridad de la ciudad me afectaba emocionalmente y las flores eran una alegría para mi alma”, asegura. Comprar ramos cada domingo se transformó pronto en un hábito con el que descubrió el carácter sensitivo y personal que implicaba decorar espacios con flores. “Tener un jarrón de tulipanes en el salón te cambia la vida”, afirma.
Volver a Barcelona marcó un antes y un después en su trayectoria. A pesar de sus planes predefinidos, su futuro le condujo a seguir la tradición familiar. “Me movió la paz de conectar conmigo misma al estar rodeada de flores”, declara. Crear ramos o el simple hecho de poder tocarlas era algo que la hacía feliz y, tras muchas reflexiones y la definición del concepto en su mente, nació Alblanc en el corazón del barrio barcelonés de Poblenou. “Creía que era un trabajo superficial, pero me di cuenta de que es todo lo contrario”, admite. “Las flores son una fuente de belleza, bienestar y relajación. Son salud y toda una reflexión sobre la felicidad”, aclara. Tomó el concepto de atelier, una modalidad de enseñanza muy extendida en Bélgica que promueve la interacción, como inspiración para construir el ambiente: un espacio de trabajo acogedor, donde compartir ideas y conocimientos.
Salva López
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Cumplió su propósito de alejarse de la idea de una tienda de flores convencional y creó de cero su propia estética. “Al volver de Bruselas, descubrí que las ciudades eran un lugar hostil para mí y Alblanc se convirtió en una vía de escape”. Con una decoración mediterránea inspirada en las masías catalanas de L’Empordà, en la Costa Brava, su taller olvida el bullicio de la calle. “Todas mis decisiones inconscientes crearon un lugar donde siento la máxima felicidad, esa sensación de ir descalzo en verano o la impresión de poder frenar el tiempo”, detalla sobre el espacio, distinguido por sus techos altos, sus grandes ventanales y con la tradicional bóveda catalana muy presente. “Es como adentrarte en un oasis. Mis clientes no saben decirme por qué, pero no quieren irse”.
Los talleres florales fueron una forma de acercar su mundo, una idea con poco recorrido por aquel entonces en España. “Surgen de la vocación por conectar a nuestros clientes con lo natural y ofrecerles píldoras de conocimiento para integrar las flores en su vida”, explica. Noemí les ayuda a crear coronas, centros de mesa, arreglos y regalos muy especiales, pero también transmite el cambio emocional y personal que puede desencadenar en alguien integrarlas en su vida. “No es solo admirar la flor y dejarte llevar por la predilección que te ha hecho escogerla, sino conectar con tu interior”.
Salva López
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Siete años después, este mundo floral ha llegado a Madrid. “Necesitábamos compartir nuestra inspiración”, cuenta. Se aventuraron a lanzar una tienda online, pero debían escalar un peldaño más. “Alblanc es un proyecto muy humano, tener dos talleres al mes no era suficiente”, asegura. “Queríamos estar más cerca, ver las sonrisas que se asoman en la entrega de un ramo”, añade. La mayoría de sus pedidos provenían del barrio madrileño de Chamberí, donde dieron luz verde a un proyecto de tienda más convencional el pasado mes de mayo –siempre bajo el aura tan característica de la marca–. “Este espacio muestra mi yo más maduro a todos los niveles”, algo que Iniesta ha plasmado en el estilo de esta segunda boutique. “He viajado mucho a Japón, he leído sobre su cultura y he aprendido aspectos técnicos que ahora están presentes en mi tienda de Madrid”, explica. Lo nipón converge con las referencias mediterráneas, el aire estival y la naturaleza en un espacio creado por el estudio de arquitectura Plantea Estudio, asentado en la capital y especializado en proyectos de interiorismo.
“Llevamos corriendo mucho tiempo, ahora mi objetivo es que se desarrollen con calma todas las ideas que tenemos en mente”, explica la florista. “Aunque, si me permito soñar un poco, mi proyecto de vida es montar un quiosco de flores”, confiesa Noemí. De hecho, el nuevo rincón donde Alblanc está en contacto con su comunidad se acerca a este concepto que Iniesta tanto anhela.