¿Por qué ahora?
La mujer siempre había estado ahí, como una presencia latente, pero por inseguridad o terquedad no la abordé de lleno. Vestía a hombres con prendas muy femeninas, pero cuando se las ponía a una mujer, sentía que perdían fuerza. Me daba miedo que no funcionara igual. Esta vez me he enamorado de la mujer. Y ha sido natural. Era el momento. Me he permitido romper con esas inseguridades y lo he disfrutado muchísimo. Estoy rodeado de mujeres maravillosas, muchas actrices amigas, que están deseando ponerse la colección. Se me ha abierto un mundo de posibilidades. La colaboración con Bimba y Lola fue una especie de primer ensayo consciente hacia el diseño femenino. Allí ya hice un ejercicio real de pensar en una mujer, de adaptarme a su cuerpo, a sus códigos, y eso me preparó para lo que viene ahora. Todo ha ido encajando. El hombre seguirá siendo parte esencial de la marca, pero ahora la mujer Palomo también tiene un lugar propio, fuerte y claro.
¿De qué imaginario personal te has valido para construir a la ‘mujer Palomo’?
Siempre hemos querido que Palomo tenga en la moda el mismo impacto que Almodóvar en el cine o Rosalía en la música: una mirada contemporánea a lo castizo. Las mujeres de Almodóvar, con ese rojo de Marisa Paredes, Carmen Maura con el gazpacho, Penélope… forman parte de nuestro imaginario. Me he sentido muy inspirado en esas noches de Córdoba, en las callejuelas estrechas de la judería, en esa mujer de Julio Romero de Torres que está detrás de una reja, con ese misterio cordobés. Esta colección nace de una figura muy concreta: esa mujer andaluza, poderosa y decadente, que se enamora cada noche y se despierta con el corazón roto. Le gusta la nocturnidad, se emborracha, pero por la mañana se recompone con dignidad y se arregla para salir. Esa decadencia elegante, ese equilibrio entre perfección e imperfección, está muy presente. Es parte de mí, de lo que soy y de lo que quiero contar. Por eso la colección se llama Cocoon. Tiene que ver con ese momento de vulnerabilidad mañanera, ese walk of shame estilizado, esa crisálida desde la que está naciendo algo nuevo. Es un tránsito entre el exceso y la sobriedad, entre la fiesta y la reconstrucción, que tiene mucho de teatralidad, pero también de verdad. En general, ha supuesto pensar en cómo sería mi alter ego como mujer.