La chica que hemos elegido hoy no es nueva en el panorama. De hecho, lleva muchísimos años entregada a la industria y, ya desde hace un tiempo, triunfando en los niveles más altos, pero en un contexto en el que el imaginario de la América de Trump ha ganado espacio (campañas de vaqueros en las que se habla sin tapujos de superioridad genética, por ejemplo) y en el que los derechos de comunidades como la trans están mermando, es importante que aprovechemos las oportunidades que se nos brindan para ensalzar a quienes oponen resistencia y ofrecen esperanza. Por eso, entre otras cosas, vamos a destacar a la modelo Alex Consani, una mujer de armas tomar que ha hecho de lo que podría haberse considerado una debilidad —su carácter excéntrico, ruidoso y algo extraño— su mayor fortaleza.
Alex nació hace veintidós años, en el seno de una familia californiana progresista que, cuando bien pronto su hija expresó el deseo de llevar ropa de niña (en lugar de la de niño, que era la que, en sintonía con el género que le habían asignado al nacer, tocaba), no se resistió. Al contrario. Alex describe a sus padres como dos adultos que supieron quererla siempre incondicionalmente, y habla de cómo ese amor adoptó formas tangibles que han permitido que exista feliz: ellos dedicaron tiempo a informarse y educarse, a aprender por su cuenta, a hacer el trabajo de deconstrucción y preparación para acompañar a la modelo en su camino de descubrimiento. A los ocho años adoptó el nombre Alex, a los doce fue a un campamento para jóvenes trans en donde estableció amistades que conserva todavía hoy y que, cuenta, mejoraron sustancialmente su vida. El cariño recibido se nota a la legua en la seguridad que exuda.
Sus primeros pasos en el medio ocurrieron por aquella época, y ya entonces llamó la atención. No tardó en granjearse trabajos valiosos y a los dieciséis se convirtió en uno de los fichajes de la agencia IMG. Desde ese momento, su carrera ha crecido a lo bestia. Es curioso, pues una de las recomendaciones que recibió fue que intentara contener su energía explosiva, que no se mostrara tanto en redes sociales y mantuviera cierto grado de misterio. Por fortuna, no hizo ningún caso: su perfil de TikTok sirve de ventana a un interior colorido y rebosante de comicidad que apasiona a la masa y que ha ayudado a potenciar su trayectoria ascendente. Alex Consani es muy lista: ha detectado, integrado y aplicado los consejos útiles mientras rechazaba o ignoraba todo aquello que chocaba con sus propios códigos, algo no necesariamente fácil cuando no has alcanzado la madurez. Si en el presente está donde está es por negarse a renunciar a su voz.
Como la de muchas tías guais del planeta, su identidad se ha asociado, además, a la era Brat, ese periodo dominado por la música del último disco de Charli xcx (y el concepto existencial detrás del mismo). Alex apareció en el videoclip de 360 junto a Julia Fox y Gabbriette, entre otras, y encapsula el espíritu caótico, electrizante y en extremo genuino que caracteriza a las chicas ligadas al movimiento. En realidad, allí donde pasa lo apetecible la encontraréis a ella, pues se la rifan quienes saben lo que está en boga. En marzo se publicó su chicken date con Amelia Dimoldenberg y hace poco fue Bella Freud la que la tumbó en el sofá-diván de su podcast, Fashion Neurosis. Todo el mundo coincide en que se trata de un tornado, un tsunami, un huracán que en el futuro se aventurará a explorar allende las fronteras de la moda.