Un viaje de mochilera por el sudeste asiático fue suficiente para que Amaia Rodríguez decidiera dejar su trabajo y fundar su propia empresa. La inspiración le llego cuando se dio cuenta del nivel de contaminación en la que se encuentran los océanos: entre 19 y 23 toneladas de plástico son vertidos cada año en nuestras aguas, de las cuales, un 40% proceden de las artes de la pesca, sobre todo de las redes. “Empecé a investigar sobre este problema, sobre cómo estábamos gestionando los residuos y si había soluciones de empresas trabajando por ponerle freno, pero no encontré nada que me tranquilizara. Cuando volví a España empecé a concienciar a mi entorno más cercano sobre lo que había visto, especialmente a mi hermano pequeño, Julen, y así fue como él también abrió los ojos y juntos fundamos Gravity Wave”, explica Amaia, quien en cuatro años ha conseguido recoger más de 500 toneladas de plástico y redes de pesca, gracias los 7.000 pescadores situados en 150 puertos de España, Italia, Grecia y Egipto, que colaboran en su proyecto.
Es precisamente esta labor la que la ha llevado a ser una de las 33 finalistas de su XVII edición de los premios Cartier Women’s Initiative (CWI), donde buscan dar apoyo a empoderamiento de las mujeres mediante una serie de acciones a largo plazo, que prometen ayudarlas a alcanzar nuevos objetivos y construir así una sociedad más inclusiva e igualitaria para las nuevas generaciones. “CWI es el premio más exigente al que nos hemos presentado nunca, y ha estado involucrado casi todo el equipo, algunos inversores, clientes y proveedores, por lo que lo estamos viviendo muy intensamente y con muchísima ilusión. Es un honor a la vez que una responsabilidad ser finalistas, pero sabemos que es una oportunidad que nos va a dar, no solo gran visibilidad, sino la posibilidad de acceder a contactos y recursos que no tenemos, para hacer que nuestra iniciativa siga creciendo”, reflexiona Amaia Rodríguez.
El objetivo fundamental de Gravity Wave es limpiar la mayor cantidad de plástico de los océanos, reciclar y transformar los plásticos recogidos en productos de valor y materiales, además de trabajar mucho en la prevención, “esperamos inspirar a muchas personas a que hagan proyectos sociales con alto impacto y que vean que de verdad hay otra forma de hacer las cosas”. Para llevar a cabo esta misión cuentan con una red de pescadores que les ayudan a recolectar los residuos cuando salen a faenar, “al principio eran escépticos, nos decían que ya tenían suficientes problemas como para ponerse a trabajar en recoger plástico, pero poco a poco se fueron uniendo primero un puerto, luego otro, y hubo un efecto dominó. Están formando parte activa de la solución y son una parte muy importante de lo que estamos haciendo”, cuenta su cofundadora, quien también reconoce el valor de las empresas e instituciones que colaboran con ellos: “muchísimas personas sienten una conexión emocional directa, porque casi todos amamos el mar y queremos cuidarlo, por esto se nos han abierto las puertas casi siempre”.
Actualmente fabrican muebles hechos a partir de estos plásticos provenientes del mar, porque –según nuestra protagonista–, los muebles tienen tres cosas que buscan con Gravity Wave: “pesan, por lo que por cada unidad podemos usar gran cantidad de materiales recogidos; son duraderos, lo que garantiza que los esfuerzos por sacar el plástico del mar y reciclarlo tienen mucho sentido, y además es un producto que podemos reciclar fácilmente si se rompe o se termina su vida útil”, aunque confiesa que están en pleno proceso de comercializar materia prima para la industria, pudiendo así revalorizar grandes cantidades de residuos.