Apego evitativo y apego ansioso: cómo reconocerlos, y qué debes tener en cuenta si estás en una relación ansioso-evitativa

Apego evitativo vs apego ansioso, una preocupación general

No sé si será impresión mía o quizá cosa de mi algoritmo, pero el caso es que últimamente mis redes sociales se han llenado de posts, reels y demás contenido audiovisual sobre relaciones, y más concretamente sobre relaciones ansioso-evitativas, un término que hasta unas semanas desconocía por completo. “¿Es una preocupación general?” pregunté a mis amigas en nuestro grupo de WhatsApp, justo después de compartir media docena de vídeos de TikTok al respecto. “Tía, qué pregunta, ¿desde cuando el amor no lo es?”, fue la primera de las respuestas. Okey, entendido: no hay tema que genere más interés que las relaciones, sean estas propias o ajenas. Por eso, qué mejor que hablar con los expertos para resolver todas las dudas sobre este tipo de relación que tanta conversación está generando en la red (y fuera de ella).

“El apego es el vínculo afectivo que generamos con una persona y se desarrolla durante nuestra infancia con nuestras figuras de referencia, como nuestros padres, hermanos o abuelos. Cuando crecemos, esa figura de referencia puede pasar a ser nuestra pareja, que es la persona con la compartimos gran parte de nuestro tiempo e intimidad”, argumenta María Cordón, psicóloga clínica especialista en perspectiva de género. Así, estos vínculos tempranos definirán en cierta medida cómo nos comportaremos dentro de las relaciones (ya sean estas de amor, amistosas o incluso laborales) en el futuro, y pueden hacer que suframos de apego ansioso o evitativo especialmente en el caso de las relaciones amorosas. “Cómo nos han querido influye en cómo nos vinculamos posteriormente, cómo nos relacionamos con nuestra pareja, con nuestros amigos… Aunque no es algo estático y fijo; los vínculos que tenemos a posteriori también influyen en nosotros y nos pueden ayudar a favorecer otros patrones de conducta a la hora de relacionarnos con los demás”, apunta Cordón.

¿Cómo identificar si tengo apego evitativo o ansioso (o si lo tiene mi pareja)?

Aunque no se trata de parámetros inamovibles y puede que no se cumplan todos, la experta apunta ciertos comportamientos característicos que podrían ser determinantes a la hora de reconocer si formamos parte de algunos de estos grupos.

Apego evitativo

“Las personas con apego evitativo tienden a evitar el compromiso, los conflictos y las responsabilidades, así como la satisfacción de las emociones y necesidades de la persona con la que se vincula. Sin embargo, también les cuesta exteriorizar sus propias emociones; no es que no las sientan, porque sus sentimientos y emociones están presentes, sólo desarrollan sus propios mecanismos de ‘defensa’ para no establecer intimidad. Por ejemplo, cuando las cosas dentro de la relación empiezan a ir bien, se marchan, espacian el momento responder los mensajes o las llamadas en caso de estar a distancia, o mantienen contacto con otras personas para evitar intimar, a veces sin ser conscientes de dichos mecanismos. Todo ello conductas que favorecen mantener su zona segura, que desarrollan para mantener a todo coste su independencia y evitar sufrir en el futuro por enlazarse sentimentalmente con el otro”, explica.

Apego ansioso

“Aquellos con apego ansioso viven la relación con ansiedad, miedo a no ser suficientes, a que les reemplacen y al abandono, por lo que desarrollan conductas de híper vigilancia y están pendientes de cualquier cambio en la relación, por mínimo que sea, sin pensar que quizá esa variación en el comportamiento de su pareja sea puntual y motivada por otros factores. Por ejemplo: ‘hoy no me ha dado los buenos días por WhatsApp, seguro que le pasa algo conmigo’. Les genera mucho malestar la posibilidad de tener un desacuerdo con su pareja o expresar sus necesidades por miedo a que eso sea definitorio en la relación. En este caso desarrollan conductas de comprobación para verificar de manera frecuente que todo sigue igual, que ‘mi pareja me quiere’. Necesitan la búsqueda de atención en la otra persona y cuando no se consigue acostumbran a mostrar comportamientos de protesta, actuaciones propias del malestar que sienten”.

Relación ansioso-evitativa, ¿puede funcionar?

Quien diga que el amor es fácil seguramente nunca se haya visto en la tesitura de formar parte de una relación ansioso-evitativa, sea en el bando de esta que sea. Ilustrémoslo con un caso práctico (aunque ficticio): Sex And The City. A lo largo de las 6 temporadas de la serie encontramos el perfecto ejemplo de una relación entre un apego evitativo y un apego ansioso y, para quien haya visto alguno de sus episodios, no será complicado adivinar qué personaje ocupa cada puesto. Carrie, el típico caso de apego ansioso, manifiesta a menudo su ansiedad por que la disponibilidad emocional de su pareja se convierta en una constante, y llega a perdonar lo imperdonable con tal de evitar que este la ‘abandone’. Mientras, Mr. Big, un apego evitativo de manual, teme esa cercanía emocional y tiende a evitar cualquier tipo de conversación que implique desnudar sus emociones para no sentirse vulnerable. Una dicotomía que tardó 94 episodios en resolverse.

Pero tranquilidad, las relaciones ansioso-evitativas no tienen por qué ser una maratoniana sucesión de discusiones y faltas de entendimiento; de hecho, pueden ser muy beneficiosas para ambos miembros de la pareja. “Quizá si tenemos apego ansioso el inicio o ciertos momentos durante la relación con un apego evitativo puedan fomentar que la ansiedad se agrave, pero, si se quiere, la comprensión y el trabajo de ambos favorecerá que los dos apegos coexistan y desarrollen un apego más seguro. De hecho, uno aprenderá de las carencias y necesidades del otro y reflexionará sobre las suyas propias, por lo que pueden beneficiarse mucho mutuamente”, argumenta la psicóloga, aunque recalca que no podemos entender el apego evitativo ni el apego ansioso como algo rígido, ni tampoco justificar ciertas conductas aludiendo a dicho tipo de etiquetas. “Un punto tan importante como necesario es tener en cuenta a la persona con la que nos estamos vinculando, es decir, ¿realmente tienes apego ansioso, o la persona con la que te estás relacionando favorece que desarrolles esas conductas? Quizá la ambivalencia e intermitencia favorezca el apego inseguro, cuando en otro tipo de vínculo fueses la persona más segura del mundo”.

Comunicación, la base de cualquier relación

Tanto las relaciones que vamos estableciendo a posteriori de nuestra infancia como la identificación de ciertas cuestiones que nos gustarían modificar nos moldean a lo largo de nuestra vida, y de nuestras relaciones. Por eso, como apunta la experta, “lo más importante es abordarlo desde la comprensión, la comunicación y la compasión tanto por la otra persona como por uno mismo, y establecer acuerdos dentro de la propia relación, como tener pautado cómo se va a vivir una discusión. Quizá la persona con apego ansioso necesite que todo quede aclarado y solventado desde un primer momento, y la otra parte requiera todo lo contrario; se pueden negociar acuerdos. Por ejemplo, ‘en este momento yo me voy a ir porque necesito calmarme, pero posteriormente volveré para hablar sobre lo sucedido’”. Sea como fuere, lo más importante en cualquier relación es siempre la responsabilidad afectiva, el priorizarse sin menospreciar los sentimientos propios ni los del otro. Recuperando el ejemplo de Sex And The City, nadie lo dijo mejor que Samantha Jones: “I love you, but I love me more”.

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