‘French lob’: El corte de pelo “muy chic” que querrás en otoño 2025
“La última vez que me hice un corte bob era una adolescente loca. No me lo peiné ni un solo día y me veía increíble”, dijo Sofia Richie Grainge, la rubia rubísima de California, a George Curran —su peluquero— momentos antes de confiarle su melena el mes pasado. La conversación (y el resultado del corte) están íntegramente en el TikTok de la modelo y en este artículo, pero citemos a Curran en forma de pequeño spoiler: “Es muy chic, se puede llevar y no es demasiado corto, así que puedes crear diferentes estilos. No hay nada más impactante”. “¡Es como… el Nueva York de los 90!”, añadió Richie. En otras palabras: casi como sin quererlo, Richie y Curran abrieron la veda de los cortes de pelo (corto) del otoño 2025. Y sí, el glamour de la Gran Manzana en la década de los 90 es el denominador común de todos ellos.
Porque por todos es sabido que la llegada de septiembre y su consecuente rentrée suponen la excusa perfecta para cambiar de look y, de paso, decir adiós a esos centímetros en los que el verano ha hecho mella. Y también, que los 90 se han revisitado recurrentemente en los últimos años, tanto en materia de moda como de belleza, y podría decirse que con éxito. Con esta premisa, el “french lob” —una versión ligeramente desestructurada del clásico long bob, a caballo entre este estilo y el french bob— vuelve a situarse en el centro de las tendencias, pero esta vez con un aire más relajado y, si cabe, incluso más sofisticado. Su encanto radica en la naturalidad: una melena que roza los hombros, con capas mínimas, casi imperceptibles, y puntas ligeramente desfiladas para dar movimiento sin perder densidad.
Así se lleva, según el street style:
Edward Berthelot/Getty Images
Edward Berthelot/Getty Images
¿Las claves de su éxito?
Es un corte extremadamente versátil. Funciona igual de bien en pelo liso que en ondulado, permite recogidos sencillos y favorece a casi todos los tipos de rostro gracias a su largo medio, a la altura de los hombros. Es perfecto para quienes busquen un cambio “sutil” tras el verano, ya que mantiene el suficiente largo como para no sentir que nos hemos hecho un corte demasiado drástico, pero eliminando las puntas castigadas por el sol, el mar o el cloro, y aportando un aire renovado al instante.
En cuanto al toque francés que le da nombre, se aprecia en ese acabado que parece poco trabajado, como si la melena se hubiese secado al aire (aunque en realidad sea un efecto estratégicamente pulido). Todo muy francés, muy effortless. Así, se lleva con raya al medio o ligeramente ladeada, admite flequillos abiertos y hasta baby bangs —miniflequillos populares en los 60 y 70, justo por encima de las cejas—; todo vale. Y lo mejor: es también un aliado a la hora de resaltar el color, gracias a que sus capas casi imperceptibles realzan mechas y reflejos si los hubiese, desde tonalidades castañas con matices avellana hasta rubios mantequilla. Coloraciones que, por cierto, seguirán siendo tendencia absoluta este otoño.
¿Un consejo para llevarlo impecable?
Pedir a tu estilista de confianza que mantenga la base recta pero suavizando las puntas, y apostar por productos que aporten textura para estilizarlo en casa, como sprays de sal, cremas de peinado o aceites fluidos. La idea es que la melena conserve movimiento, brillo y ese je ne sais quoi a la francesa tan (aparentemente) fácil de conseguir. Et voilà!
¿Qué necesitas?
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