Cómo practicar la gratitud
«La gratitud es la memoria del corazón», dijo Lao Tse. Esta frase se quedó rondando en mi cabeza, no sólo porque me pareció un mensaje sencillo y profundo a la vez, sino porque me hizo reflexionar acerca de lo poco agradecida que puedo llegar a ser, pese a considerarme una afortunada. Creo que no estoy sola en esto y es que, a menudo, nos es más fácil centrar nuestra atención en lo que nos falta, que en lo que hemos conseguido.
Pese a que esta idea me ronda a menudo, lo cierto es que con el estrés diario, las muchas horas que paso frente al ordenador y la cantidad de tareas acumuladas que tengo en casa, para mí es fácil caer en la queja y el desasosiego, que finalmente se transforman en episodios de ansiedad. ¿Sería posible entrenar la gratitud del mismo modo que lo hago con mi cuerpo en el gimnasio? Con esta duda contacté con una experta. Patricia de la Fuente Cid es psicóloga experta en PAS (Personas Altamente Sensibles) con un máster en mindfulness, instructora de compasión y senior advisor en la Fundación Mundial de la Felicidad, por lo que me pareció la voz perfecta para arrojar algo de luz al tema.
Lo primero: ¿qué es la gratitud?
“La gratitud es un término complejo, ya que nos podemos referir a él desde diferentes enfoques —espiritual, biológico, filosófico, psicológico—, pero podríamos decir que es la capacidad de reconocer todo lo positivo y bueno que hay en nuestras vidas, agradeciendo por ello”, explica de la Fuente, quien recomienda esta práctica basada en el mindfulness a sus pacientes, lo que les ayuda a conectar con lo valiosas que son todas esas pequeñas cosas que tenemos cada día y que damos por hecho, como ver un atardecer o tener agua caliente en casa.
Para comprender mejor a qué me enfrentaba también leí varios libros, y de entre todos, destaco el de Marta Perella, ‘Eres el amor de tu vida’, una guía práctica para mejorar nuestra autoestima. Me sorprendió descubrir que la gratitud y el amor propio estuvieran tan conectados. En él, la coach expone que la gratitud es capaz de transformar el cerebro creando un estado metal altamente positivo, disipando el miedo y la angustia. Así lo ha demostrado la neurociencia, que afirma que cuando generamos este tipo de pensamientos, activamos el sistema de recompensa y liberamos neurotransmisores tan importantes para nuestro bienestar como lo son la dopamina y la oxitocina.
“Si estamos generando constantemente negatividad y problemas, las redes neuronales de pensamiento negativo se vuelven más fuertes. Practicar la gratitud puede mover el foco de nuestra atención hacia vivencias y situaciones agradables que de otro modo pasaríamos por alto”, arguye la experta en inteligencia emocional y neurociencia.
La gratitud mejora nuestras vidas y estos son los motivos
Cuando agradecemos, tomamos conciencia de lo que tenemos y de su importancia. Cuando damos las cosas por sentado y no tomamos conciencia de lo afortunadas que somos, nos anclamos más en la negatividad, en la frustración y el desánimo, explica Patricia de la Fuente. “De ahí que a veces nos llama la atención que personas con muy poco sean muy felices, mientras que otras que aparentemente tienen todo, estén instauradas en la queja y no disfruten de la vida”. Añade que es una de las prácticas habituales en mindfulness, donde se entrena la atención plena para percibir tanto de lo positivo como de lo negativo, “aunque en el agradecimiento nos centramos en lo positivo, para entrenar a nuestro cerebro”.
En mi investigación, encontré dos estudios que me animaron aún más a empezar a practicar la gratitud. Por un lado, el realizado en la Universidad de Illinois, en el que se pudo comprobar una mejora de la salud física, dado que se relaciona con personas que llevan unos hábitos de vida más saludables. Por otro, el de la Universidad de Warwick, Inglaterra, que pudo establecer una correlación entre este hábito y una mejor respuesta al estrés, la ansiedad o la depresión; beneficios, ambos, con los que concuerda de la Fuente: “La práctica del agradecimiento aumenta la resiliencia, reduce el estrés y la ansiedad y puede mejorar los síntomas depresivos al entrenar el pensamiento positivo. Si lo hacemos antes de dormir mejora la calidad del sueño y aumenta la autoestima. También ayuda a crear relaciones personales más fuertes, generando lazos más profundos”.
Ideas para practicar la gratitud
La propuesta es sencilla y los motivos para empezar a agradecer cada día son tantos, que no pude resistirme a experimentar con ella. Muchos de sus beneficios los noté de manera inmediata; me siento más en paz, me ayuda a relajarme y me ha hecho valorar lo simple de la vida. Otros tardaron algunas semanas en llegar, como un cambio de mentalidad, observar que mis pensamientos son más positivos y dormir mejor cada noche; pero de lo que estoy segura, es de que me ha impactado positivamente. Si no sabes cómo empezar, Patricia de la Fuente aporta varias ideas que nos ayudan a conectar más fácilmente con la emoción.