Cómo evitar que el cambio horario afecte a tu trabajo
En la madrugada del 26 al 27 de octubre debemos retrasar una hora nuestros relojes para adaptarnos al horario de invierno, lo que suele dar esa sensación de que estamos ganando una hora más de sueño. Sin embargo, esta transición, aunque mínima, puede tener efectos en la salud mental y el bienestar físico, dejándonos una sensación de resaca, según explica el neurocientífico Diego Redolar, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «Nuestro cerebro se adapta bastante bien, pero el impacto del cambio de hora puede ser tener más somnolencia, cansancio, o que al día siguiente nos cueste más iniciar el sueño y tener un poco más de embotamiento cognitivo: estar más distraídos o con una sensación física de más cansancio, o incluso en el estado de ánimo puede repercutir».
Lo cierto es que cualquier cambio, por sutil que sea, nuestro cuerpo lo resiente, tal y como explica Clara García Gorro, licenciada en Bioquímica, divulgadora de neurociencia y psicología y autora del libro Cerebrotes. Cultiva y moldea tu cerebro gracias a la neuroplasticidad (ed. Roca). “A lo largo del día, nuestro cuerpo experimenta fluctuaciones de temperatura corporal, niveles de energía, hambre o somnolencia. Todo esto es a lo que nos referimos con ritmos circadianos, los cuales están regulados por una especie de reloj biológico que se va ajustando con la luz solar. Con el cambio de hora, nuestros horarios se modifican de la noche a la mañana, y lo que nuestro cuerpo espera no concuerda con lo que ocurre. De ahí el desajuste”.
Para comprender mejor la importancia de respetar los ritmos circadianos, Marta Ortega, farmacéutica y fundadora de MLAB explica que este reloj interno, situado en nuestro cerebro, está sincronizado con otros que rigen el resto de órganos. “Este reloj se pone en hora con la luz que percibimos, y los secundarios funcionan dependiendo de él, de manera que si tú estás durmiendo, es de noche, te levantas y te pones a comer, tu estómago, tus jugos gástricos, tu hígado, tu intestino, no están preparados para recibir comida, porque el reloj central no ha sido estimulado aún por la luz natural, y no les ha avisado de que ya es de día y de que es hora de ponerse en marcha”. Añade que lo mismo sucede en todo el organismo con el resto de funciones.
Para Ortega, una alteración del ritmo circadiano implica una deficiencia en cada uno de nuestros órganos. Por ello nos podemos sentir más cansados, más espesos, más estresados, porque nuestras funciones se están realizando de manera forzada y este esfuerzo se traduce en menos energía física y mental sobrante. Arguye que, a la larga, es un factor que también contribuye a aumentar la inflamación crónica de bajo grado y a debilitar el sistema inmunitario.
Tips para evitar la resaca horaria
Marta Ortega recomienda que ante el cambio de hora, adoptemos un estilo de vida que nos ayude a sincronizar ese reloj lo antes posible, y sugiere: