Muchos países han enfrentado la censura de su arte: en España, eso dio lugar a que una actriz saliera con una cinta de contrabando bajo el brazo, y que en Corea secuestraran a talentosos directores de cine, sin embargo, la curiosa historia del cine turco de los 70 y 80 es digna de una película en sí misma, porque fue una época en la que las salas turcas tenían vetados muchos éxitos de Hollywood por la censura de Atatürk y por la situación económica del país, por la que los productores locales ni se planteaban pagar derechos de autor.
El resultado de los trabajo cinematográficos fue un verdadero festival de plagios descarados donde directores de serie B viajaban al extranjero a copiar fotogramas de Star Wars o E.T. y luego volvían a Estambul para rodar sus propias versiones burdas, dando inicio al fenómeno llamado «Turksploitation».
Esta época del cine turco fue un carnaval de adaptaciones no autorizadas donde se versionaban al mayoreo clásicos americanos con recursos muy limitados, jugando un papel crucial durante veinte años dentro de la industria y del entretenimiento del país.
La mayor muestra de descaro de falta de creatividad y presupuesto llegó a la hora de combinar héroes y leyendas en una cinta que muchos clasifican como la máxima pieza de culto kitsch en Turquía: la película ‘3 Dev Adam’ (‘Tres hombres gigantes) donde pasó algo realmente flipante: un Spiderman pasado de peso (con el traje verde y rojo mal cosido) hacía de villano, mientras que el héroe era una especie de Capitán América turco luchando lado a lado junto con el mítico luchador mexicano El Santo.
Ni qué decir que ni Marvel ni Stan Lee vieron un duro por esta trastada, ni mucho menos por la adaptación de ‘Süpermen Dönüyor‘, el «Superman turco» dirigido por Kunt Tulgar, donde el héroe baja de Krypton y viste como el de siempre, pero con barriga cervecera, protagonizando escenas tan ridículas que los efectos hacen gracia al escucharlos con la banda sonora de la película original, a cargo de John Williams.
La punta de un iceberg muy bizarro
En pocas palabras, todo una completa locura. Y esto es sólo el comienzo: también se hicieron parodias de ‘Star Trek‘ (‘Turist Ömer Uzay Yolunda‘) donde hasta copiaron los uniformes de los tripulantes de la Enterprise, plagios de E.T. como en la película ‘Badi‘, o incluso versiones turcas de ‘El Exorcista‘. Por no hablar de los «monstruos» mitológicos de pega: desde brujos y demonios hasta dragones de cartón que servían de villanos secundarios, todo un menú de fantasía barato.
Aunque en su momento estos pastiches eran taquillas locales, hoy se reivindican sobre todo por lo estrafalario que son con producciones donde el humor está servido: se considera que el ‘Turksploitation’ acabó siendo un subgénero claramente cómico, «en el que lo cutre se convierte en un reclamo para las carcajadas».
Años después de su estreno en cines, títulos como ‘Dünyayı Kurtaran Adam‘ han pasado a ser objetos de culto del «cine basura», estudiados con nostalgia por aficionados al surrealismo fílmico. Incluso los cinéfilos coleccionistas pagan fortunas por copias originales de estas joyas de serie Z, y a más de uno le ha dado por convocar ciclos de cine turco a la carta por lo delirantes que resultan.
Esta locura cinematográfica fue un cóctel de licencia laboral al 200%: ni derechos pagados ni vergüenza, pero sí mucho ingenio amateur: un sainete cultural donde superhéroes estadounidenses, luchadores enmascarados de México y monstruos mitológicos convivieron en la pantalla con tal desparpajo que resulta enternecedoramente bizarro y difícil de comparar con los dramones que se montan hoy en día.
Fotos de Neon Harbor