En el mundo del cine fantástico, pocas figuras son tan queridas como Gandalf, el sabio mago de ‘El Señor de los Anillos‘. Su intérprete, Sir Ian McKellen, logró dar al personaje una profundidad y carisma que trascendieron la pantalla. Sin embargo, detrás de esa imagen imponente con bastón y barba blanca, hubo un momento muy real y doloroso que marcó el rodaje de ‘The Hobbit‘.
Lejos de la épica de la Tierra Media, McKellen llegó a un punto de quiebre emocional en el set, pronunciando la frase que nadie esperaba escuchar de un actor de su talla: «No me hice actor para esto«.
Desde hace décadas, Ian McKellen es venerado por su encarnación de Gandalf, tanto en ‘El Señor de los Anillos’ como en ‘El Hobbit’. Pero durante el rodaje de ‘El Hobbit: un viaje inesperado‘, vivió un episodio muy humano: la frustración técnica del proceso de grabación le superó hasta el punto de quebrarse en plena grabación.
La raíz del problema no fue una escena dramática, ni conflictos con compañeros, sino el uso masivo de pantallas verdes (green screen) y efectos digitales que obligaban a McKellen a actuar prácticamente en el vacío. Para filmar escenas con los enanos, no estaban todos juntos: en su lugar, el actor se encontraba solo frente a fotografías de los enanos montadas en soportes con luces, mientras alguien «activaba» la imagen de quien hablaba. McKellen definió esa experiencia como «actuar solo, sin la presencia real de los otros», en algo que iba en contra de su forma de trabajar.
Con el cansancio emocional acumulado, llegó un momento en el que McKellen no aguantó más. Se puso «a llorar en el set con frustración» y exclamó en voz alta: «No me hice actor para esto», lo peor es que el micrófono estaba encendido y toda la sala lo escuchó.
Un actor con tablas de teatro
McKellen, que inició su carrera de actor en el teatro en 1961 en el Bolton Little Theatre y luego trabajando en el Belgrade Theatre, reconoció que ese nivel de aislamiento le «hizo sentir miserable», y en su momento se planteó si su carrera como actor debía terminar si iba a enfrentarse a rodajes así. Dijo ciertamente: «Pensé: ‘No quiero hacer esta película si esto es lo que tengo que hacer'».
Peter Jackson, el director, advirtió la angustia del actor desde los primeros días. En los cortes extendidos de la película se revela que Jackson y el equipo hicieron gestos para reconfortarlo: decoraron su tienda con objetos de la película y lo animaron a continuar.
A pesar del sufrimiento interno, McKellen siguió adelante con su papel en ‘El Hobbit y las siguientes entregas. Parte del motivo fue comprender la presión de los aficionados que esperaban ver de nuevo a Gandalf, y también el reconocimiento de que debía adaptarse a las exigencias de un cine moderno muy centrado en efectos digitales haciéndonos ver que, incluso los actores más legendarios ,tienen momentos de fragilidad.
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