Este vestido, confeccionado a partir de amplios paneles de tela elástica y cuyo nombre hace referencia a su aspecto (como una venda estilizada que envuelve el cuerpo), se convirtió en fenómeno por dos factores. La primera, su poder transformador: la compresión de la tela moldeaba la figura, creando una silueta reloj de arena que suavizaba y remodelaba. La segunda y no menos importante: era el favorito de todas las tops del momento y lo lucían tanto en la pasarela como fuera de ella.
Es uno de los episodios más recordados en la historia de las alfombras rojas y se hizo viral aún cuando no existían las redes sociales. De la mano de su pareja por aquel entonces, Richard Gere, Cindy Crawford acudió a los Premios Oscar de 1993 con un vestido venda largo de color blanco. Una prenda que causó sensación y que más de tres décadas después se volvió a poner su hija, Kaia Gerber, reavivando su (casi) leyenda para acudir a un estreno. Pero no fue tan solo en los 90 cuando este vestido caló en los armarios femeninos. Tal vez, su verdadera edad dorada fueron los 2000, puesto a que figuras como Kim Kardashian, Victoria Beckham, Rihanna, Irina Shayk, Salma Hayek, Gisele Bündchen, Blake Lively (en Gossip Girl) o Paris Hilton lo convirtieron en el elemento perfecto (a la par que un tanto descarado) para salir de fiesta.
¿Y qué ha sucedido ahora para que vuelva a triunfar? Muy sencillo. Además de Gerber enfundada en el vestido de su madre, Hailey Bieber también se puso un diseño similar de Saint Laurent hace unos meses, mientras que las creadoras de contenido buscan sin descanso en tiendas vintage (algunas suertudas también en los vestidores familiares) o están a la caza de dupes con los que desempolvar este icono y ser la más Y2K del lugar. Un retorno que también ha sido celebrado por marcas actuales como la londinense House of CB, que lanzó su primera versión del bandage dress en 2010 y que ahora relanza por su quince aniversario.
Victoria Beckham en 2007.James Devaney
Blake Lively en el rodaje de ‘Gossip Girl’ en 2009.James Devaney
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No se trata de una anécdota más de este ciclo interminable de la moda, sino también de una prueba de cómo las nuevas generaciones reinterpretan los clásicos sin importar las opiniones de algunos escépticos. Ese glamour y la sensualidad de los 90 y los 2000 vuelven a través de este vestido, y se adaptan a las ganas de experimentar de las más jóvenes. Y es que, en realidad, hay que admitir que existen prendas tan míticas que nunca se van del todo.