Bea Lema: “No todas las maternidades son ideales y la infancia tampoco es siempre un lugar feliz”

Bea Lema: ganadora del Premio Nacional del Cómic 2024

Cuando Vera era pequeña convivía con el demonio, o eso decía su madre, quien sufría delirios y temores constantes hacia esta supuesta presencia que acechaba en su casa. No se sentía escuchada, mucho menos comprendida, y recurría a la religión y a la curandería en busca de paz. Una tranquilidad que no encontraba en su familia ni en los médicos que intentaban tratarla. La historia que cuenta la ilustradora Bea Lema (A Coruña, 1985) en su primera novela gráfica, El Cuerpo de Cristo (Astiberri), pone de manifiesto la importancia de cuidar y de tratar la salud mental a través de formas que vayan más allá de la medicación. Una obra en la que convergen el color de sus ilustraciones y la dureza de una historia personal que se convierte en una declaración de amor de una hija hacia su madre y que ha sido galardonada con el Premio Nacional del Cómic 2024.

Ya desde pequeña adoraba dibujar, pero se decantó por estudiar diseño industrial porque “en casa el tema artístico era una opción que no se contemplaba. Existía la idea de que no se podía vivir del arte», confiesa la autora. Sin embargo, la vida misma la llevó a reencontrarse con este arte y, al mismo tiempo, con su propia historia. “Me guié por la inquietud de reflexionar cómo me había afectado intentar entender mejor a mi madre”, cuenta la autora. Así nació El Cuerpo de Cristo, que ella misma denomina como una autoficción. El jurado la destacó por ser una obra «con una gran profundidad y sensibilidad por la manera de abordar un tema tan complejo como el de la salud mental desde la propia experiencia de la autora, así como la reivindicación de la importancia de los cuidados”.

La sociedad es cada vez más consciente de la importancia del bienestar mental, pero todavía cuesta hablar de determinadas patologías. “Se ha normalizado mucho ir a terapia, hablamos de ansiedad, estrés… Tratar delirios y psicosis es dar un paso más allá porque estas enfermedades todavía tienen mucho estigma”, declara Lema. “Se viven con mucha vergüenza y se asocian a personas peligrosas, violentas… Nadie quiere verse etiquetado bajo la palabra ‘loco’ o ‘loca’.” La historia de este cómic se construye a través de la propia experiencia de la autora, la de una niña llamada Vera que crece en mitad de una batalla por comprender a su madre. “Vivir en primera persona algo así, o que esté en tu familia, resulta más doloroso si lo haces desde la vergüenza y el silencio”.

A través de esa niña pequeña, conocemos los pensamientos de Adela, su madre, que convive con sus demonios en una lucha por ser comprendida. “Este estigma hace que las familias tampoco sepamos cómo acompañar. Cuando alguien empieza a tener un relato que no es coherente, la respuesta más instintiva es la negación, es decir, aconsejarle que deje de creer en esas ‘tonterías’”, cuenta. “Esto es lo peor que puedes hacer, porque la persona se va a sentir atacada, incomprendida y, por tanto, más sola”, sentencia. La medicación, desde hace años, ha sido la vía más recurrente para este tipo de patologías mentales. “Desde el punto de vista sanitario, el problema es estructural”, denuncia la autora. “Cuando vas a una consulta de psiquiatría, tienen entre diez y quince minutos para atenderte. En ese tiempo es imposible conocer bien el contexto de la persona, su pasado e historia de vida para conocer la raíz del problema. Así, se recurre una y otra vez a recetar pastillas como solución”. Aunque pueden ser efectivas, el acompañamiento y la comprensión son factores fundamentales al tratar estas patologías. Algo que Lema refleja (y visibiliza) en esta obra.

Este cómic ayuda también a comprender el espectro del mundo maternal, no siempre idílico. “Solemos tener una idea de lo maternal como una figura tierna, protectora, amorosa y la creencia de que tiene que ser así porque, de lo contrario, pasaría a ser una mala madre”, cuenta. “Las madres, antes de serlo, son personas y muchas veces se ven superadas por sus circunstancias”, asegura. “Quería romper esa figura idealizada, pero demostrar que el amor sigue estando ahí pese a las dificultades, contradicciones y momentos más violentos”, continúa. Un retrato, como cuenta la autora, que mostrar una madre más real. “En esta historia se invierten los papeles y es la niña quien materna, quien cuida a su madre”, puntúa. El reflejo de la ingenuidad de una niña que está dispuesta a hacer lo que sea por su madre. “Al igual que no todas las maternidades son ideales, la infancia tampoco siempre es un lugar feliz”, asegura Bea Lema desde su experiencia.



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