Se la conocía por su buen gusto, por su «chic milanés», por su don innato para absorber el encanto de la moda francesa y adaptarlo a la ideosincrasia milanesa de los años cincuenta y sesenta. Su ambición era precisamente crear una moda italiana reconocida en todo el mundo, incluso antes del nacimiento del prêt-à-porter ‘Made in Italy’ (el de Giorgio Armani, Valentino, Missoni, Walter Albini, Krizia, por citar solo algunos). Biki ya hizo realidad esa misma visión en su atelier milanés, y aquella primera imitación de la alta costura francesa dio paso a un estilo que prefería la elegancia atemporal –aunque atrevida para la época– a la transgresión temporal. «La moda italiana no existe. Solo existe la moda Biki», escribía Paris Match.
Incluso antes de que existiera la armocromía, intuyó el poder del color y cómo el estilismo es la forma más elevada de realzar la silueta. Se fijó en la moda para crear un estilo propio que potenciara las virtudes de quien lo llevara, nn trabajo minucioso que aplicaba a las mujeres que entraban por la puerta de su atelier en Sant’Andrea, listas para transformarse en su mejor versión. Porque «quien se confíe a Biki no podrá equivocarse, ni con el sombrero, ni con el pintalabios, ni con el zapato, ni con la hora», escribió Irene Brin en 1960 en el Corriere d’Informazione.
Qué es el Callas Biki Style
El estilo de la Callas es reflejo de su constante búsqueda de la perfección –que, como sabemos, la obsesionaba–, una odisea agotadora que la destruyó y la convirtió en mito. Quizá por eso, para vestirse de protagonista de su propia vida, eligió la sencillez. Porque verla no era lo importante. Para conocerla de verdad, basta con ponerse música y cerrar los ojos. Sin embargo, Biki moldea su figura como una obra de arte, hasta el punto de crear el Callas Biki Style.
Maria Callas adopta una paleta de turquesa, verde esmeralda, blanco, negro y azul marino para sus looks urbanos. Sus rasgos oscuros y mediterráneos no se ocultan, sino que se realzan con un potente delineado negro y sombra de ojos azul. Su rostro se exalta aún más con el cabello recogido, a menudo sujeto con sombreros de ala ancha o turbantes (muy frecuentados por la propia Biki). La diva se gastaba demasiado ímpetu y demasiada pasión como para llevar el pelo suelto. El contraste entre carácter y estética fue todo un acierto.