¿Boda con lluvia? Para Tess y Anneliese fue la excusa perfecta para combinar el vestido con sus fieles botas impermeables
Para Tess Fargo, criada en la región inglesa de Norfolk, sí que existió el amor a primera vista. En una oscura noche de febrero de 2020, Tess, que tenía una cita en un gastropub de Brooklyn, envió una serie de mensajes al chat de grupo de sus hermanos. «Por favor, lee esto mientras está todavía en el baño», tecleó frenéticamente por debajo de la mesa. «Qué guapa. Uf. Estoy súper nerviosa». Y remató: «Vivió en Norfolk, ¡qué loco!». A partir de ese momento, no hubo nadie, aparte de la australiana Anneliese Douglas-Hart, para los ojos Tess.
Cinco años y una pointer (Molly, o «Moo» para sus madres) después, la pareja se comprometió en la playa rocosa que hay junto a la casa familiar de Tess en Rhode Island. Mientras las olas rompían en la pedregosa orilla, Anneliese sacó un gran anillo de plástico verde que decía «Be mine». Las dos diseñaron juntas sus verdaderos anillos de compromiso: para Anneliese, un brazalete asimétrico con dos piedras separadas, y para Tess, un cintillo de diamantes baguette verticales engarzados en una banda de oro.
En la mente de ambas solo había un lugar donde casarse: Little Compton, Rhode Island. «Es un lugar muy especial para mí: mis abuelos la compraron en los años 80 como casa de verano», dice Tess. Su padre, Bronson, y sus hermanos Matthew y Robbie pasaron incontables veranos trepando por las rocas de la parte trasera de la casa y zambulléndose en el océano. «Y, a medida que la vida ha ido evolucionando, se ha convertido en un lugar igual de especial para nosotras y la familia que estamos construyendo», dice, acariciando la mano de Anneliese.
La escapada perfecta de la ciudad (ambas mujeres trabajan ahora en el mundo empresarial y viven en Williamsburg), la casa de tejas grises se ha convertido en sinónimo de todo lo que les gusta: pasar tiempo al aire libre con la familia y dejar que Molly corra y olisquee a sus anchas.
La mayor parte de la boda la crearon juntas en colaboración con la wedding planner Mary Stahl Powers, vecina de la tranquila Little Compton. Sin embargo, la parte que tuvieron que diseñar por separado fueron los vestidos. El de Anneliese llegó en secreto de una venta de muestras online en Perth. «Sentía que había visto todo lo que había en Internet, miré en todas partes, y no acababa de encajarme ningún vestido«, recuerda Anneliese. «Entonces, no sé cómo, encontré el Instagram de una diseñadora de novias llamada Harriet Gordon que tenía un vestido de mi talla de una venta de archivo, y seguí volviendo a él».
Durante las siguientes semanas, Anneliese visitó una y otra vez la página y el diseño le convencía cada vez más. Finalmente, pulsó el botón.