“Esa chaqueta vive rent free en mi cabeza”. Vive, sin pagar alquiler, en la mente de la usuaria de X que publicó esta frase en la red social y también lo hace en la memoria colectiva de la generación millenial, que estos días ha viajado en el tiempo al ver la foto del regreso de La Oreja de Van Gogh con Amaia enfundada en su chaqueta de Courrèges. Ahora es azul, antes la llevó rosa (también negra, y amarilla), y a no ser que uno estuviera encerrado en un búnker allá por 2003 es imposible no reconocer en esta prenda todo el optimismo y el entusiasmo de aquellos primeros años dosmil, cuando en todas las radios sonaba aquello de “puedes contar conmigo”. Esta no es, ni mucho menos, la primera vez que Amaia lleva esa chaqueta. De ahí la fuerza de la foto.
Poco antes de grabar el videoclip de ese tema, Amaia estaba buscando un estilo que la identificara, así que viajó unos días a París con su madre. En aquel viaje visitaron la tienda de Courrèges y al ver la icónica chaqueta se enamoró de inmediato. Nos lo cuenta Idoia Montero, estilista y hermana de la artista, que ha recuperado esta prenda tan identificable en el nuevo posado del grupo. “Compró no solo la rosa —la que aparece en el vídeo de Puedes contar conmigo—, sino también en otros colores, entre ellos la azul (…) Las conserva todas todavía; están con ella y forman parte de una etapa muy significativa, tanto a nivel artístico como personal”, recuerda.
Si en su mensaje de retorno el grupo habla de “sentir que todo sigue aquí, que el tiempo nos estaba esperando donde lo dejamos”, con “una emoción que no se puede explicar con palabras”, la imagen de Amaia con esa chaqueta es una apelación directa a la nostalgia colectiva: ellos vuelven a ese lugar y nosotros, de alguna manera, también. La chaqueta, el brillo del vinilo, el rosa chicle y el logotipo de una marca francesa construyeron visualmente ese relato.

“Utilizar nuevamente esta chaqueta —y en este color concreto— fue una forma de conectar el pasado con el futuro, del mismo modo que el propio André Courrèges hacía en su obra. Esta prenda siempre representó a la mujer del mañana, pero con una base profundamente icónica, casi nostálgica. En este nuevo contexto, la elección del azul turquesa tiene un significado especial: es un color que transmite renovación, claridad y firmeza. Representa un nuevo comienzo, pero sin olvidar de dónde venimos. Es un tono limpio, vibrante y lleno de energía, que refleja perfectamente ese equilibrio entre la evolución y la esencia. De alguna manera, la chaqueta vuelve a aparecer como símbolo de continuidad, de coherencia y de identidad: la misma prenda que en su día marcó un momento histórico, ahora se transforma en puente entre dos etapas distintas, pero igualmente sinceras”, explica Idoia.
“Amaia tiene una relación muy especial con esa prenda”, cuenta. “Más allá de la forma o del diseño, le enamoró lo que representa: una mezcla perfecta entre modernidad y atemporalidad. La chaqueta de Courrèges tiene algo muy particular, casi simbólico: su silueta geométrica, su aire sesentero, esa combinación entre fuerza y feminidad… todo eso conecta mucho con la manera en que Amaia entiende la estética y el arte. En aquel momento también se encontraba en una etapa de búsqueda, de afirmación, y la chaqueta se convirtió casi en una extensión de sí misma, una especie de armadura delicada. Por eso la repitió en varios colores —rosa, amarillo, negro— y la llevó en distintos contextos: porque cada tono le transmitía una emoción distinta, pero el mensaje era el mismo”.

Ese mensaje lo explicó a la perfección Juan Sanguino, periodista y experto en cultura pop, en cómo se construye una corriente cultural, que la Keynote de El País. A finales de los noventa éramos una sociedad eminentemente sentimental y nos gustaban los cantantes que parecían gente normal. La Oreja de Van Gogh (LODVG) empezó a vender muchísimos discos porque representaba exactamente eso: con letras sencillas y mucho corazón, retrataban una época cómoda, simple y optimista. En aquel momento todo parecía posible, todo eran oportunidades. “En muy poquito tiempo pasamos de estrellas del pop que parecían gente normal a convertir a gente normal en estrellas del pop”: en ese preciso instante apareció Amaia con su chaqueta rosa de Courrèges, primero en el videoclip y después, con los otros colores, en unas cuantas actuaciones.
El retorno de la chaqueta es una forma de reivindicar “que el pasado puede sostener el futuro sin perder belleza ni coherencia”, apunta Idoia. Un manifiesto de identidad.
La chaqueta de vinilo de Courrèges había nacido mucho antes, en los sesenta, cuando André Courrèges revolucionó la moda con su visión futurista. Inspirado por la carrera espacial, el diseñador francés introdujo materiales como el vinilo y las líneas geométricas en su colección de 1964, titulada Space Age. Aquella chaqueta, brillante y estructurada, simbolizaba modernidad, juventud y emancipación femenina. Con el tiempo, se convirtió en un icono del estilo “mod” y del espíritu optimista de la década. En la década de los noventa, la chaqueta estuvo presente en algunos capítulos importantes de la moda y la cultura pop: en 1995 la recuperó Kate Moss, fotografiada por Nick Night para la revista Vogue USA. Ese mismo año se estrenó Casino, de Scorsesse, con una fantástica Sharon Stone y un también fantástico vestuario, en el que destacó la reconocible chaqueta, esta vez en un azul intenso. Un año después y en azul marino la llevó Angelina Jolie en La luna del desierto, una película que no pasó a la posteridad por su crítica, pero que cimentó su estatus de superestrella. Más recientemente ha recuperado brillo gracias a algunas estrellas de nuestra época (Lily Collins en Emily in Paris, Dua Lipa en Vogue o Anya Taylor-Joy) e incluso la nueva “diva del pop” español, Aitana.
En 2007, Amaia salió del grupo. Un año después, el sueño colectivo colapsó con la crisis económica y todo lo que vino después. “España nunca regresó a ese estado de ánimo entusiasta, optimista (…) Esa generación millenial perdió la ilusión, se sintió estafada y se refugia constantemente en El viaje de Copperpot —el primer disco del grupo, publicado en el año 2000— y sigue escuchando LODVG”, analiza el periodista sobre estos treintañeros tardíos que viven obsesionados con aquellos años en los que lo tenía todo por delante. “Para mí la pregunta no sería tanto por qué los millenials son tan nostálgicos, para mí la pregunta es cómo coño no vamos a ser nostálgicos, si nos han robado la vida adulta que nos prometieron —y esto no lo digo como una queja, lo digo cono un hecho—, cómo no nos vamos a refugiar en El viaje de Copperpot, en los fetiches, los artefactos y los souvenirs de aquella adolescencia en la que todo parecía que iba a salir bien”. La ensoñación con volver a aquellos dorados 2000 ha tenido una respuesta rotunda: LODVG ha vendido 100.000 entradas de sus próximos conciertos en tan solo una hora.
La moda también ha dado un nuevo tiempo a esta chaqueta, que sigue viéndose futurista y contemporánea cincuenta años después de ver la luz por primera vez. Es habitual detectarla entre las invitadas a desfiles de moda en ciudades como París, en mujeres y hombres de veinte, pero también de más de cincuenta.
La chaqueta, de hecho, sigue a la venta y es posible adquirirla en la tienda online de Courrèges por 990 euros.
