Entrevistamos a la mitad de esta dupla creativa, Chieko Tanaka, para descifrar las claves que han hecho de este humilde accesorio uno de los más buscados. Su tienda en París se ha convertido en un centro de peregrinación.
¿Cómo han influido vuestros diferentes orígenes en la estética de los diseños de la marca?
Tenemos distintas raíces, pero compartimos intereses comunes como el arte, el cine, el teatro y, por supuesto, la moda. Nos expresamos artísticamente aprovechando estas pasiones compartidas. Además, Brigitte pasó 3 años en Japón, enriqueciendo su conocimiento de la cultura nipona; y yo soy japonesa pero vivo en Francia, así que creo que es fácil ver el contraste entre ambos países, entre lo antiguo y lo nuevo. Esas diferencias están llenas de posibilidades. Juntas, unimos nuestros orígenes culturales y encontramos un camino compartido para fusionarlos de manera coherente. Es curioso pero la personalidad de Brigitte es más japonesa y la mía es más francesa. Tenemos un respeto mutuo por la cultura de cada una y nos admiramos, así que es divertido mezclarlas.
Cortesía de Brigitte Tanaka
La bolsa de organza es una de celebración de las pequeñas cosas: incluso una simple bolsa de plástico comercial puede ser un objeto lleno de poesía, ¿cuál fue vuestro objetivo al diseñar estas piezas?
Desde el punto de vista comercial, creíamos que las bolsas eran un artículo muy fácil de vender. Cuando pensábamos cómo conseguir que fueran interesantes, teníamos claro que queríamos que parecieran una obra de arte pero que en realidad fueran prácticas, y así nació la bolsa de organza.