«Me encanta correr riesgos estéticos», me dice Cara Delevingne en una tarde soleada. «Siento que, en cierto modo, no termino de hacerme mayor. Todavía me encanta jugar a disfrazarme y explorar otras cosas, ya sea un personaje o un género, probar algo por un día puede ser muy divertido».
Desde hoy, esa «diversión» forma parte oficialmente de su trabajo: la modelo, actriz y filántropa es ahora embajadora mundial de L’Oréal Paris como imagen de la línea de coloración Superior Preference. Esta misma semana, de hecho, cuenta que fue a divertirse un poco en el salón de Londres donde van todas las chicas cool, el del peluquero Larry King: «Intento no pensármelo mucho a la hora de decidir qué hacer con mi pelo», dice. «He llevado mi color natural de pelo en los últimos dos o tres años, no me lo he teñido. Pero la semana pasada me desperté con ganas de teñírmelo de rubio, se lo dije a Larry King y aquí estamos».
Y aunque Delevingne ha experimentado otras veces con su pelo –de raparse la cabeza al cero al pixie en tono rosa pastel–, jura que nunca más se tocará las cejas: «Me las he decolorado alguna vez, pero no me encantaron. ¡No quiero estropeármelas!».
Todos estos aprendizajes (decolorante o no de por medio) están dando sus frutos, asegura la modelo, a medida que se adentra en la treintena: «Pasados los 30, he aprendido a ir más despacio y a estar en paz conmigo misma«, dice. «Trabajar con L’Oréal tiene todo el sentido en este momento, porque es una marca que busca celebrar la individualidad y potenciar realmente a las personas tal y como son. A esta edad, creo que puedo encarnar el eslogan de verdad».
Llevar una vida más lenta y auténtica (porque, en fin, “ella lo vale”, como reza el lema de L’Oréal) incluye, en su caso, practicar un poco de jardinería («después de Cabaret, planté un huerto de espárragos»), observar aves, tomar infusiones y volver a jugar a videojuegos por primera vez desde su adolescencia. «En ciertos sentidos, he madurado», dice. «Pero en otros, sigo siendo la misma adolescente arisca».