Carolina Marín remonta, sufre y gana a Beiwen Zhang en su pase a cuartos de final de bádminton | Juegos Olímpicos París 2024

Sus gritos resonaron en todo París. Carolina Marín dejó claro con su juego que su obsesión es la medalla, sobre todo si es de oro como su triunfo olímpico en Río 2016. Hasta este jueves no tuvo rival y tampoco pudo probar su máximo nivel. Debutó con victoria ante la danesa Jenjira Stadelman (21-11, 21-19) y fulminó a la irlandesa Rachel Darragh (21-5, 21-5) en la fase de grupos. Un mero trámite para la verdadera prueba de fuego: el tercer partido de los Juegos Olímpicos de París, los octavos de final contra la americana Beiwen Zhang —número 9 del mundo—, que empezó dominando, pero que terminó sucumbiendo a la presión de la onubense y a sus gritos de victoria (12-21, 21-9, 21-18). Un encuentro ajustado, en el que la española ganó motivación y confianza punto a punto, y en el que tuvo que remontar y llegar al tercer parcial para derrotar a la americana y plantarse en cuartos de final.

Marín es experta en superar situaciones de desventaja. Y quiso demostrar su capacidad de recuperación ante Zhang. La primera parte del primer set no dejó buenas sensaciones para la onubense, con un 11 a 2 a favor de la americana, que bordó cada disparo. “Lo primero que tienes que hacer es activarte. Te está faltando activación”, le decía Fernando Rivas, el entrenador de la onubense, insistiéndole en que jugara en cruzado ante una Zhang que defendía a la perfección cada remate. Sus palabras funcionaron, y Carolina entró en una buena racha, recuperando terreno con mayor anticipación y cambios de orientación. Pero la agresividad de Zhang y la aparente serenidad no perdonó, y los volantes que lanzó Carolina acabaron en la red para dar la primera manga a la americana (12-21) en apenas 20 minutos.

En el segundo, las tornas se invirtieron, y la presión pareció hacer mella en Zhang. Con un prometedor inicio de Carolina, la española terminó deslizándose por el suelo, trabajando cada punto y buscando su remontada. Limitó los errores que la lastraron, y recuperó su buen juego. Entonces apareció el carácter hasta entonces dormido de Marín. Gritó y gritó —algo que no le gustó al árbitro— en sus celebraciones, como ya es habitual. Su motivación fue en aumento y generó dudas en su rival. “¡Vamos!”, se animó a sí misma Carolina antes de llegar a la mitad del segundo parcial con cuatro puntos de ventaja, y que terminó ganando (21-9), llevándolas al tercer set de desempate.

La Chapelle Arena se caía con cada cruzado de Carolina en su última oportunidad: un tercer parcial que no dejó de complicarse. El marcador avanzó igualado minuto a minuto, y con absoluta tensión. Pero Carolina estaba más que curtida. Con los fantasmas de sus lesiones de rodilla en el pasado, el último golpeo de la americana terminó en la red (21-18). Y con él, el partido que da paso a la española a los cuartos de final. Su objetivo, es el podio olímpico. De momento, ya está entre las ocho mejores de París.

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