Casper Ruud, tenista: “Alcaraz y Sinner son impresionantes: se mueven bien y cometen pocos errores” | ICON

Casper Ruud ama jugar al tenis. Puede parecer una obviedad siendo uno de los mejores del circuito, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que el deporte de élite no siempre gira en torno al juego. Para muchos, lo importante es solo el resultado. Vencer al precio que sea. Y no es que este noruego de 26 años no sea competitivo: este año, incluso después de haberse lesionado en Roland Garros, no haber podido jugar Wimbledon y haber sido eliminado prematuramente en el US Open, ha logrado retener el número 12 de la ATP. Pero Ruud, independientemente de los resultados, añora el tenis clásico. Aquel deporte de caballeros en el que la cabeza era tan importante como la raqueta. “He ganado muchos partidos sin ser súper agresivo, tratando de jugar con inteligencia, más despacio, con bolas cruzadas, abriendo la cancha. Me gusta el peloteo y jugar desde la línea de fondo. Me gusta el juego más lento”, explica el nuevo embajador de Mango Man en un estudio de su Oslo natal. Ha posado pacientemente durante cinco horas y sonríe cuando le dices que, por su aspecto —es una belleza clásica, un adonis rubio de 1,83—, podría ser modelo profesional. “Gracias, pero creo que hice bien en dedicarme al tenis”, bromea.

Conocía la firma, cuenta, por su relación con España. Fue en la Rafa Nadal Academy en Mallorca donde pasó de ser un jugador del montón a parte de la élite. “Yo era el número 130 del mundo en 2018, cuando Toni Nadal [tío de Rafa y entrenador] me dijo: ‘Creo que puedes llegar a ganar Roland Garros’. Al principio de estar en la academia, yo pensaba: ‘Eso es un sueño, no sé si es muy realista’. Pero él me repetía: ‘Juegas muy bien, puedes lograr grandes cosas’. Me dieron confianza y eso es lo más importante. Le debo mucho a Toni, a Rafa y al resto de entrenadores”.

Ha estado dos veces a punto de ganar Roland Garros. Llegó a la final en 2023, dónde cayó frente a Djokovic. El año anterior, en su primera final de Grand Slam, había sido derrotado por Rafa Nadal. Aquel 2022 fue el mejor de su carrera, y también el más duro. Estuvo a solo un partido, la final del US Open, de ser número uno del mundo. Pero fue derrotado por un emergente talento de 19 años: Carlos Alcaraz. El noruego pertenece a una generación intermedia de tenistas, la que ahora ronda los 25 años, que se hizo profesional cuando reinaba el Big Three, el trío invencible compuesto por Federer, Nadal y Djokovic, y hoy ve como dos jugadores más jóvenes, Alcaraz (22 años) y Sinner (23), han tomado al asalto los primeros del ranking. Ruud y los suyos tienen que pensar cómo plantarles cara. “Han ganado 10 Grand Slams entre los dos. Yo, ninguno. Tampoco Tsitsipas o Zverev. Hemos jugado finales, pero eso es diferente a ganar, y estos dos chicos se han llevado un montón siendo muy jóvenes. Es impresionante. Yo y todos nos esforzamos cada día para intentar vencerlos, pero son talentos poco comunes que no se ven todos los días. Crecí viendo a Rafa, Novak y Roger, que eran más mayores que yo, y traté de aprender de su juego. Ahora tengo que fijarme en los jóvenes y hacerme preguntas. ¿Qué están haciendo bien? ¿Por qué nos están ganando? ¿Por qué han llegado tan pronto al nivel más alto?”. Al parecer, ha encontrado respuestas: “Se mueven bien, le dan a la pelota muy fuerte y cometen muy pocos errores. Si eres capaz de hacer esas tres cosas serás un gran tenista. Parece sencillo, pero no lo es”.

El tenis de hoy es un juego rapidísimo, muy físico, y desde que llegaron Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, casi acrobático. “Siempre ha habido jugadores agresivos, pero me impresiona mucho que, incluso cuando están a la defensiva, casi nunca golpean con suavidad, siempre lo hacen muy fuerte. Si miras sus estadísticas y las comparas con las mías o con las de los jugadores de mi generación, son más rápidos tanto en el golpe de derecha como en el revés. Eso no pasaba con Rafa o Federer, porque normalmente cada jugador tiene una preferencia: si es bueno en uno de los golpes, en el otro será un poco más débil. Pero con ellos no importa si juegan con la derecha o con el revés, porque le van a dar con toda su potencia, y lo hacen muy bien”.

— ¿Y eso cómo ha cambiado el tenis?

—Cuando juegas contra ellos, nunca puedes decir: ‘Vale, voy a respirar un poco’. Esa es la mayor diferencia: Nos están obligando a los demás a intentar hacer lo mismo, jugar más rápido y más agresivamente para ser mejores, porque de alguna manera han puesto el listón muy alto en todo, desde los aspectos técnicos hasta los físicos.

En el tenis de ahora el físico es fundamental. Hay que correr mucho y sacar muy fuerte, cañonazos disparados a más de 200 kms/h dirigidos, con la puntería de un francotirador, a un centímetro cuadrado preciso de la pista. Bolas tan rápidas que parece imposible devolverlas. Puntos que se juegan a tanta velocidad que generalmente solo duran dos o tres golpes, lo que tarda uno de los jugadores en cometer un error. Ruud cree que quizás estaría bien cambiar el reglamento para favorecer un juego más técnico. “En el tenis las reglas casi no han cambiado desde que empezó, pero la dinámica del juego sí ha cambiado: la equipación, las pelotas y las canchas son diferentes. Así que uno podría pensar que quizás sea necesario cambiar alguna regla. A mí me gustan las que hay, pero si pudiera cambiar una regla del tenis, sería que solo hubiera un saque en lugar de dos. Cuando veo un partido donde solo hay saques ganadores lo encuentro un poco aburrido. La idea es que si solo tienes uno, no arriesgarás tanto y se jugarán más peloteos”.

Ese cambio a un tenis menos físico también ayudaría a sobrellevar una temporada que es larga y agotadora. En 2025 todo jugador del top 30 de la ATP debe competir en un mínimo de 19 torneos para no ser sancionado. Y no los que le dé la gana: la ATP les señala la mayoría. Cada vez son más las voces que protestan por un calendario que apenas deja descansar a los jugadores. Una de las más contundentes es la de Ruud: “Si estás cansado, agotado mentalmente, lesionado o enfermo, creo que deberías poder saltarte uno o dos torneos sin problemas. Pero ahora el sistema funciona de manera que si lo haces te quitan una parte de la prima de fin de año. Quizás no sea lo más importante del mundo, pero hace que los jugadores se planteen: ¿debo salir a la pista solo para asegurarme ese extra?”.

El noruego explica que, aunque desde fuera parezca que los tenistas manejan fortunas, la realidad es diferente: “Mucha gente ve que un ganador se lleva un millón de dólares, pero pocos piensan en los impuestos, en que tenemos que pagar hoteles, vuelos y salarios de equipos de cuatro o cinco personas. Los gastos son altísimos. Por eso a veces es frustrante, porque llega un punto en que sientes la presión de entrar en pista: incluso si lo que más quieres es quedarte en casa esa semana. Pero no puedes permitirte hacerlo, porque perderías parte de ese salario o te imponen una sanción económica”.

En realidad es la tendencia global para deportes de élite. También en el fútbol o el baloncesto cada vez hay más competiciones de clubes o de selecciones y los deportistas se ven obligados a jugar más partidos. La televisión manda y los horarios y calendarios dependen cada vez más del público que ve los campeonatos desde su casa. “Probablemente es la parte de entretenimiento que hay en todo deporte y que también debemos respetar. Pero hay una diferencia en el tenis. Si eres futbolista, te lesionas la rodilla y estás fuera dos meses, vale, no juegas, pero sigues cobrando y puedes recuperarte mientras el resto del equipo juega los partidos sin ti. En tenis, si estás dos meses fuera, pierdes muchísimo. Y no es que todo en la vida sea dinero, pero al final, todo esto lo haces porque quieres vivir bien”.

Ruud suena cómodo en la cancha, en su piel, e incluso en su papel de embajador de una firma de moda. Asegura que la colaboración con Mango, que ya ha tenido como embajadores a otros deportistas, como el futbolista Antoine Griezmann, surgió de forma natural. “El año pasado gané el torneo Conde de Godó de Barcelona, del que ellos son patrocinadores. Fue entonces cuando empezamos a hablar”, cuenta.

—Cuando ganó el Godó, o este año en el Open de Madrid, en el que también venció, ¿qué se siente? ¿Cómo es ese momento en el que entra la última pelota y sabe que todo ha terminado bien?

—Es una sensación de euforia. Como si estuvieras hirviendo de emoción. Pero, al mismo tiempo, como si por primera vez respiraras tranquilo. Porque estás estresado todo el partido. Durante dos o tres horas, solo piensas: ‘Quiero ganar, quiero ganar, quiero ganar, espero poder ganar’. Y cuando lo haces es como… ¡Ah! la mejor sensación del mundo.

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Dom Oct 19 , 2025
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