La llegada de Cuarentena a festivales y salas de cine coincide en el tiempo con Salve María, una película de Mar Coll que aborda el posparto desde el drama más descarnado. De Molina ha apostado por la comedia y tiene más sentido del que a priori podría parecer. “Mi voz y mi forma de ver el mundo tienen mucho que ver con que yo me decida a contar esto desde el humor”, explica. “Lo que me ha pasado en la vida, las tragedias más grandes, lo he pasado por el filtro de la comedia como mecanismo de supervivencia. Si me tomara todo en serio sufriría muchísimo, no podría vivir y me quedaría en casa deprimida”, ahonda. Dedicarse a escribir comedia en el audiovisual español, sin que sea un proyecto de encargo, es una empresa titánica. “Entre las mujeres es muy difícil encontrar a alguna que haga una comedia autoral”, opina. “En España las hay seguro, pero nos cuesta la vida. En los mundos de los pódcast, la televisión o la radio sí se ha abierto la puerta a las mujeres que ironizan o se ríen, pero en el audiovisual nos cuesta. Llevo luchando mucho y ha sido como un parto”. Nunca mejor dicho.
El camino de Celia de Molina no ha sido particularmente sencillo. Se dio a conocer al gran público como actriz gracias a la comedia Cómo sobrevivir a una despedida hace prácticamente una década, pero ha estado enfrascada en proyectos teatrales y de otra índole durante todo este tiempo y mucho más. “No está guardada esa Celia actriz, pero tras muchos años en los que dediqué mi ilusión a serlo, me llevé muchas hostias y nunca he tenido estabilidad, así que en el momento en el que empecé a escribir me di cuenta de que si me llamaban perfecto porque facturo, me lo paso bien y lo hago sin ningún tipo de ambición”, comparte. “Actúo porque me llaman, pero no tengo la presión ni la necesidad. Disfruto mucho más dirigiendo y soy más feliz. Mi peli creo que no sería lo mismo si no la dirigiera yo”.
El primer golpe de realidad, de la realidad de su profesión, le llegó a Celia de Molina con una webserie de la que todo el mundo en la industria se acuerda, El Antivlog. “Yo tenía esa serie, intenté sacar adelante una comedia que quise financiar y hacerla con dinero y me dijeron que no”, rememora la cineasta. “Todo el mundo quería estar en El Antivlog y yo pensaba que si un tío hubiera conseguido que Bayona fuera a su casa a rodar un capítulo de esa locura, estaría ahora presentando un late show”, continúa. “Creo y siento que fui demasiado precoz. El Antivlog se hizo antes del #MeToo. Ahora que las redes están tan presentes y hay una sensibilización, creo que hubiera ido mejor. No sé si tanto por los productores como por la recepción que hubiera podido tener. Tenía mucho prestigio porque a la gente del medio le encantaba, es casi de culto, pero se quedó ahí”, reflexiona. “Ahora habría tenido más expansión. Noto que las mujeres están llegando a más sitios. Siempre me preguntaban si no tenía nada por ahí guardado de amor y no, no me interesa ninguna trama romántica. Mi punto de vista no está en los hombres ni en el sexo, está en ser mujer. Es una movida, tengo que ser perfecta y no quiero serlo”.