Chefs privadas: el último fenómeno gastronómico está liderado por muejres
Si algo ha demostrado la profesión culinaria en los últimos años es que la gastronomía trasciende la restauración. Si antes abrir un bar o restaurante era la única opción viable para desarrollarse, actualmente existen una infinidad de opciones para hacerse un hueco en la industria. La tendencia actual se cuece en las redes y la protagonizan chefs –en su mayoría, mujeres– que han visto en las plataformas digitales un escaparate con mucho potencial donde hacer gala de su estilo en los fogones. Muchas de ellas, además, han desarrollado, a partir de ahí, un oficio donde el servicio de chef privado se posiciona en el centro del negocio. Trabajan para clientes particulares a los que le apasiona la gastronomía pero, también, para marcas y empresas que quieren crear acciones redondas donde la comida ocupa un lugar importante.
Entre ellas está Verónica Gómez de Liaño, quien, tras terminar semifinalista en la décima edición del programa de Televisión Española Master Chef, vio en Instagram una vía por la que desarrollar su carrera profesional, en un momento en el que no tenía claro hacia dónde dirigirse ni, mucho menos, contaba con una infraestructura para abrir un local propio. “Recurrí a esta figura porque me permitía dedicarme a la cocina sin necesidad de tener un espacio propio. Es un modelo de negocio bastante rentable porque te adaptas a la demanda –desde la contratación del personal a la compra de productos–”, concede. Aunque en su imaginario romántico reine la idea de tener su propio local, asegura que las facilidades que otorga el trabajo bajo demanda, la variabilidad de los gastos y la capacidad de trabajar sin una estructura fija libera al profesional de cierta presión.
Una idea que suscribe Paula Casado, otro de los rostros más conocidos del sector de las gastroinfluencers. En su caso, tras haberse desarrollado como estilista de moda, decidió lanzarse a la pasión que la había acompañado desde la infancia. Se graduó con el diploma Cordon Bleu y trabajó en varios restaurantes –Casa Dani, en Nueva York o Eleven Madison Park– para aprender el funcionamiento de un proyecto de altura. Sin embargo, en seguida entendió que su camino era otro. “Mi meta era conseguir aunar una pasión con un estilo de vida sostenible en cuanto a horarios y conciliación y tristemente, los espacios profesionales no son una opción. También sabía que en este pequeño persue of happines que había elegido no quería meterme en un restaurante para crecer progresivamente y luchar por tener una estrella en unos años, sino que quería cocinar y disfrutar del proceso sin las presiones ni competitividad que se viven desde la alta cocina”, confiesa. En su lugar, abrió un canal donde publicar recetas que, pronto, calaron en el público masivo; a partir de ahí, no tardaron en llegarle peticiones para trasladar su know how a cenas privadas y eventos comerciales.