En paralelo a su carrera actoral, se siente como en casa en el mundo de la moda. Tras ser imagen de grandes firmas como Miu Miu, Louis Vuitton, Proenza Schouler, JW Anderson y Jimmy Choo, protagoniza ahora las imágenes de campaña de otoño-invierno 2025 de Saint Laurent junto a otro gran icono de la industria, la modelo Kate Moss, con quien posa piel con piel en la piscina, entre otras sugerentes escenas. Con su estilo inconfundible, consigue que incluso los vestidos de alta costura más glamurosos desprendan ese aire despreocupado pero irresistible que es sinónimo de modernidad. No sorprende, por tanto, que cuando puso a la venta parte de su vestidor privado en el NoHo de Manhattan en la primavera de 2023, fanáticos de la moda de todas las edades se agolparan en largas colas que daban la vuelta a la manzana. Ha incurrido incluso en el diseño, con colecciones propias para Opening Ceremony. Pocas compañías resultan, pues, tan apetecibles para pasar un fin de semana descubriendo tiendas de vintage nicho, rincones de arte escondidos, estas clandestinas y, en general, la gente más interesante de la ciudad.
Mientras escribo estas líneas, la actriz ha partido ya hacia el Festival de Cine de Venecia para acudir al estreno de su nueva película, Caza de brujas. Lo último del director italiano Luca Guadagnino (tras las incitantes Call Me by Your Name, Challengers y Queer) dará, seguro, que hablar. No solo por su elenco excepcional –Sevigny comparte pantalla con Julia Roberts, Andrew Gareld y Ayo Edebiri—, sino también porque aborda temas de lo más incendiarios. Roberts interpreta a una prestigiosa profesora de Yale que aspira a un ascenso contra un solo competidor, que además es su amigo. Cuando su alumna favorita lo acusa de abuso, se ve atrapada en medio. Pero la película va más allá que muchos otros argumentos post #MeToo: además de reflexionar sobre el abuso de poder y la desprotección de las víctimas, el guion de Nora Garrett entrelaza con destreza perspectivas y temas más inusuales como el beneficio personal y los conflictos generacionales. Cuando hablo con ella, Sevigny sigue aún en Los Ángeles, donde lleva rodando desde junio la serie The Five-Star Weekend. A media mañana en la Costa Oeste, se conecta animada a la llamada de Zoom, enfundada en un vestido cruzado azul marino de lunares, gafas transparentes y labios rojos. Lo único que empaña su humor es que, antes de volar a Venecia, todavía tiene que vaciar y limpiar la nevera (“eso siempre me genera ansiedad”) y enviar a casa por mensajería sus últimas compras vintage. “La verdad, es bastante, me da hasta vergüenza, pero aquí tienen el mejor vintage del mundo, y ese es mi punto débil”, conesa. Y no podemos más que entenderla.