Las citas a los 30 son diferentes. Siento decirlo, pero es así. No es porque de repente se te empiece a desprender la piel y te despiertes cubierta de escamas. Tampoco es porque los amigos emparejado empiecen a mirarte con cara de pena. Ni tampoco porque sientas un impulso instantáneo de ser madre y empieces a oír un misterioso tic-tac cada vez más fuere allá donde vayas.
En realidad, no es por ninguno de esos tópicos. Al menos no en mi caso desde que cambié de década en mayo, una soltera pura y dura, sin ni siquiera un rollete extraño del que presumir. No tenía a nadie, ni en marcha ni a la vista: mi lista de candidatos estaba completamente vacía. Y he de decir que me sentía estupendamente bien.
Desde entonces, parece que gestiono las citas con otra parte del cerebro, una mucho más consciente y compasiva, con un umbral mucho más bajo para aguantar tonterías. Llámalo madurez, crecimiento personal o el hecho de que llevo escribiendo sobre este tema casi una década, me da igual… siempre que no lo llames hacerse vieja. Sea lo que sea, mis amigas solteras y yo hemos entrado en esta nueva etapa de la vida amorosa con un nuevo brío.
Atrás han quedado las inseguridades que nos hacían tolerar las idas y venidas y los mensajes contradictorios, pensando que no merecíamos nada mejor. Si una persona que nos gusta nos decepciona, no la destripamos en el grupo de chat ni empezamos a publicar advertencias en las redes sociales. Simplemente pasamos página, tranquilas sabiendo que no era la persona adecuada. Y si alguien empieza a comunicarse exclusivamente con imitaciones de aves durante la cena (le pasó a una amiga), nos vamos de allí más rápido de lo que se tarda en decir “pío”.
No digo que todo sea perfecto. Pero desde que cumplí 30 años, se ha producido en mí un notable cambio de perspectiva por el cual las citas me perecen ahora mucho más divertidas de lo que venían siendo. De modo que, tras hacer una exhaustiva encuesta entre mis amigas solteras, procedo a compartir algunas de las lecciones más importantes que estamos aprendiendo de nuestras citas a los 30 años. Claro, todavía es pronto, y en unas semanas todo esto podría irse al garete por cortesía de un director creativo de 1,90 m con suscripción a Mubi y tendencia al apego evitativo. Pero intentemos ser optimistas por una vez.
No quedes por ‘la trama’
Esto es algo que solía hacer mucho a los veintitantos. No me malinterpretes, quedar con alguien para presumir luego (o, ejem, contarlo en un artículo) tiene su aquel: puede ser sexualmente satisfactorio, te sientes liberada sabiendo que no hay sentimientos en juego y acumulas una cantidad impresionante de anécdotas, listas para animar cualquier reunión de amigos cuando flojea la conversación. El problema es que enseguida cansa. No te servirá de nada a largo plazo tener citas tan superfluas. Te lo dice alguien que una vez acabo tomando chupitos de tequila a las 9 de la mañana con un hombre que la llamó después de una noche de fiesta. Fui por la trama y salí con resaca vespertina.
Pregúntale a la otra persona qué está buscando (y escúchala)
Nada de andarse con rodeos por miedo a ahuyentar a alguien. Como adultos que somos, todo el mundo está en su derecho de preguntar a la persona con la que sale cuáles son sus intenciones desde el principio. Y si eso les asusta, que les vaya bien. ¿Buscan algo informal? Estupendo: tú decides si te apetece. Si buscan algo más serio, aún mejor: podéis recorrer juntos ese camino con esa idea en mente y ver cómo se desarrollan las cosas. Si no están seguros, ahí es donde puedes tener problemas. Como dice el refrán: «Si le gustas, lo sabrás. Si no, notarás que hay algo que no te encaja». No dejes que nadie te haga perder el tiempo porque todavía se esté encontrando a sí mismo.
No salgas con actores/actrices
A todos los actores que he amado: por favor, no os toméis esto como algo personal. Todos sois geniales, de verdad. Pero tras un exhaustivo trabajo de campo, creo de todo corazón que lo mejor para todo el mundo es que mantengáis las distancias con nosotros, los ‘sangre sucia’, y os dediquéis a salir entre vosotros. Con tu don para el drama y la deformación profesional de exudar carisma por todos lo poros, estás mucho más preparado para tratar con los de tu gremio. Mejor que no me explaye. Gente que no se dedica a actuar: me lo agradeceréis después.
No hables todo el rato de tu vida sentimental
«Me siento como si estuviera interpretando un monólogo cada vez que los veo», se lamentaba hace poco una amiga soltera sobre sus recientes interacciones con algunos amigos casados que, al verla, empezaron inmediatamente a pedirle que hablase de su «salvaje» vida de soltera. “Es como si solo les importase eso de mí”, suspiraba. Después de señalárselo, los amigos casados se disculparon y volvieron a hablar de otros temas, probablemente más interesantes. Pero creo que montar «el show de la soltería» es una trampa en la que todos podemos caer. Si solo hablamos de nuestras citas, acabamos descuidando otros ámbitos de nuestras vidas y poniendo demasiada energía en la búsqueda del amor romántico. En pareja o no, todos somos mucho más que nuestra vida amorosa.
Ten paciencia con la gente
Ya esta bien de tantas manías. Nadie se merece que lo descarten por sentarse en el taburete del bar con los pies colgando, por resoplar cuando se ríe o por tener las uñas largas. Madura. El problema es que sacamos la tarjeta roja demasiado rápido por quejas insignificantes (culpa de la cultura de las aplicaciones de citas ‘de usar y tirar’) y, como resultado, no estamos dando a nadie la oportunidad de gustarnos. Además, estoy convencida de que si alguien te atrae de verdad, esas pequeñas cosas que podrías considerar molestas pueden convertirse de repente en las peculiaridades que más amas.
Aprende a pasarlo bien tú sola
Es importante no ver la soltería como una sala de espera. Poco después de una ruptura en 2022, viajé a Grecia yo sola para pasar allí una semana de vacaciones, y fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. No necesitas una pareja para hacer ese viaje que tanto te apetece o comer en tal restaurante. Eres una persona adulta y puedes (y debes) hacer esas cosas tú sola, independientemente de tu situación sentimental. Inténtalo y disfruta de cada momento.
Cuidado con cómo hablas de las personas con las que sales
El relato que creas en torno a esa persona le acompañará siempre, así que elige bien tus palabras. En un momento de enfado, podemos decir cosas que no pensamos en realidad, pero a tu mejor amiga no se le va a olvidar: lo sacará a relucir para aguarte la fiesta cada vez que las cosas vayan bien.
Cuestiona la historia que te estás contando a ti misma
He perdido horas comiéndome el coco inútilmente por el comportamiento de hombres con los que he salido. ¿Que no ha contestado a mis WhatsApp en todo el día? Es porque ha quedado con otra y se ha pasado la tarde en la cama con ella riéndose de mis comentarios en Instagram. ¿Que no ha visto mi Story de Instagram? Está en un hotelazo pidiéndole matrimonio a la tipa de 24 años con la que ha estado saliendo en secreto todo este tiempo. ¿Que llega 20 minutos tarde y mis mensajes aparecen como ‘no recibidos’? Ha muerto y su mujer ha dado de baja su móvil. Esto no es más que inseguridad unida a una imaginación desbordante. No dejes que te domine. En lugar de eso, respira hondo, ve a terapia y quizá puedas plantearte escribir una novela.
Céntrate en elegir bien, no en que te elijan
Es tan fácil obsesionarse con si le gustamos o no a alguien que a menudo nos olvidamos de pensar si realmente nos gusta a nosotras. Así es como me pasé todo el año 2023: jugando a intentar enrollarme con un montón de tíos a los que necesitaba impresionar tan desesperadamente que ni siquiera me paré a pensar si alguno de ellos me impresionaba a mí. Ese año tomé muchas malas decisiones.
No coloques en un pedestal a nadie antes de tiempo
Que alguien no sea un narcisista furibundo no significa que esté destinado a ser tu futuro cónyuge. El primer buenazo con el que salgas después de una serie de experiencias terribles podría ser una persona encantadora. Pero ten cuidado con endiosar a esa persona demasiado pronto: acabarás confundiendo quién es realmente con la fantasía inalcanzable que tienes en tu cabeza. En otras palabras, no empieces a buscar lugares para celebrar tu boda solo porque alguien se haya interesado un poquito por tu vida.
Y por último, sigue tu propio consejo
Debería escribir(me) esto más a menudo.