Claire-Louise Bennett: “El arte es algo que está relacionado con el alma; todo lo que importa ahí es la experiencia, pero la inteligencia artificial no puede experimentar nada”

Es un poco como la vida, siempre estás haciendo alguna cosa. Siempre hay algo que está pasando a cada momento.

Mencionas el hecho de escribir en un diario y creo que se puede encontrar parte de esa influencia en tus libros cuando escribes sobre la cotidianeidad y sus reflexiones, por ejemplo, en Estanque.

Creo que el escribir en un diario ha hecho mucho por multitud de escritores, por ejemplo, a alguien como Samuel Beckett. Por ejemplo, cuando fue a Alemania en 1936, en un momento en el que estaba deprimido y en el que no sabía muy bien qué hacer creativamente. Y mientras estaba terminando Murphy, empezó a escribir este diario.

Así también empezó a escribir en primera persona, algo que no se había hecho antes. Mientras escribía este diario se percató del ritmo que tenía esa escritura y le ayudó bastante. Por supuesto, no es el único, también puede verse en Virginia Woolf por ejemplo o incluso en la poeta Elizabeth Smart. De ella precisamente me interesa mucho más su faceta diarística que su literatura en general.

La transición de su escritura personal a la literatura es quizá un proceso muy delicado. Es algo en lo que pienso a menudo.

Ahora que nombras autores, no puedo evitar preguntarte por los que aparecen en Caja 19 por ejemplo, y como forman parte de tu vida. Me gustaría saber cómo consigues que los dos mundos, el literario y el no literario converjan.

Sí, en Caja 19 se puede trazar la relación entre ambos mundos. Hablo, por ejemplo, de muchos autores. Mira, cuando estudias literatura estás continuamente interpretando, pasa lo mismo cuando estudias historia del arte. ¿no? Interpretas el material, y repasas como funcionan los símbolos, las metáforas. Así que cuando lees un texto, estás sueles buscar un sentido, por lo que, de alguna manera, cuando interpretas la realidad haces un poco lo mismo. Esto creo que se puede ver de manera muy evidente cuando en los últimos capítulos se encuentra con un hombre colgado de un árbol cuando va a caminar por el bosque. No solo está viendo al hombre en el árbol, sino que se está preguntando qué significa eso, esa señal. Existe siempre esa dualidad.

La vida real se introduce continuamente en la narración, así que quizá hay una cierta negociación entre estas ideas maravillosas que permite la literatura y lo que ocurre alrededor. Me pasa continuamente, es algo a lo que vuelvo una y otra vez.

Quizá es una cualidad que siempre está ocurriendo, un poco como la memoria.

Sí, sí, puede serlo. De alguna manera cuando estás escribiendo, por ejemplo, como hemos dicho antes, en el diario, intentas profundizar en lo que te ha ocurrido, nos hace más sensibles a lo que nos ha ocurrido, quizá. Casi que cuando lo escribes redefine la experiencia de la sensibilidad, pero no…redefine no es la palabra correcta, es otra cosa.

Creo que para los escritores es muy difícil dar con la palabra adecuada, creo que de eso trata todo un poco.

Esta es una cuestión interesante, sobre todo porque muchas veces me dicen cosas como que tengo un estilo experimental, pero está muy lejos de la realidad. Soy así, es así como escribo. Esta es mi yo real.

Me gustaría hablar también de tu admiración por las escritoras de origen obrero, como Ann Quin o Annie Ernaux, y como han influido en tu obra.

Para mí el uso que hacen del lenguaje que resulta muy auténtico porque refleja la experiencia del mundo y como he dicho antes, siempre hay algo ocurriendo, y tú estás ahí parpadeando y las cosas vienen de aquí para allá. Cada vez que estás escribiendo lo haces al mismo tiempo a varios niveles, y estás en varios sitios a la vez.

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