Suponen los nuevos capítulos de The Head el cierre de una trilogía que arrancó con una premisa que siguen sus tres entregas: una serie de personajes dispares se encuentran encerrados en un lugar remoto del mundo con la única preocupación de sobrevivir. La primera estaba ambientada en una base de la Antártida; la segunda en otra en el punto Nemo, el lugar más alejado de tierra firme, y esta tercera se localiza en un emplazamiento indeterminado en el desierto del Sáhara. Y, por supuesto, aparece una cabeza, de ahí el título. “Somos varios sujetos que se están prestando a un experimento. Vas viendo que cada uno de ellas tiene una razón de peso para estar allí, sobre todo económica. Lo que pasa con Alba, mi personaje, es que es la hija de uno de los empresarios más ricos de España”, introduce Clara Galle sobre un personaje que se aleja bastante de la Raquel de la trilogía de A través de mi ventana o la Greta de Ni una más. “No necesita el dinero para nada. Ha pasado mucho tiempo sola, su padre ha estado siempre trabajando y perdió a su madre cuando era pequeña. Intenta llamar la atención del primero con travesuras y cualquier lío que se le ocurra, y esto ya es como el clímax. Tiene la necesidad de buscarse la vida por sí sola y está loca”, admite entre risas. “Todos van muy en serio al experimento, menos ella que al principio se lo toma como un juego, pero luego va viendo que no tiene nada que ver con eso”.
Una esnob que se da de bruces con una realidad de la que le va a ser difícil salir en estos episodios de los que poco se puede contar para no caer en el espóiler, pero que cualquiera que haya seguido la serie puede imaginar. Y un cambio radical en el aspecto de la actriz. “He tenido muchas conversaciones con la gente de maquillaje y de pelo porque aunque yo tengo una carrera muy corta aún, sí que es verdad los proyectos que he hecho son de corte más comercial y teenagers, y la estética de los personajes la cuidan mucho”, reflexiona Galle. “Siempre hay esa cosa de mantener la belleza en el personaje, guapa, y esto es realista. Alba está en el desierto”. Un cambio de dinámicas en la carrera de una actriz que con menos de 25 tiene claro que quiere demostrar que no es solo la próxima cara bonita. “Jolín, hay como una presión siempre y aquí solo me he centrado en la interpretación”, concede. “Al final en los otros proyectos también lo importante es la interpretación, pero todo es un conjunto que resulta redondo por algo. Esto es todo realista hay angustia y mi manera de llorar es totalmente mi manera de llorar, no tengo que cuidarla para que en cámara quede perfecta. Eso es una cosa que me encanta”, admite divertida.