Comer con los ojos: tu entorno afecta más de lo que crees
«Si lo veo, lo como”. Esta frase puede resumir de forma mundana y muy condensada la esencia de este artículo. Cuidar la alimentación (y el peso), no es solo una cuestión de elección de alimentos y buenos hábitos. Todo lo que nos rodea –desde las personas con las que compartimos mesa y mantel hasta la manera que tenemos de ordenar la nevera– propicia un contexto que influye de forma directa en nuestras decisiones y en nuestra salud. A veces los detalles de ese entorno son tan sutiles que no somos conscientes de ellos, pero están ahí y han sido objeto de estudio.
Todo lo que ocurre alrededor de la mesa
Hay varias investigaciones sobre cómo el ambiente visual y el entorno social determinan lo que comemos. Uno de ellos, llevado a cabo en 2016 por expertos de las universidades de Florida y Cornell, confirmó que se tiende a elegir alimentos menos saludables cuando la iluminación ambiental es tenue porque eso repercute en el estado de alerta del cerebro y, por tanto, en la elección final (si lo piensas, la mayoría de los restaurantes de comida saludable no son oscuros ni íntimos). Otro estudio liderado por profesores del departamento de psicología de la Universidad de Georgia, en Atlanta, corroboró que comemos más cuando estamos en grupo que solos por un fenómeno que decidieron llamar facilitación social.
“Factores como el entorno físico, emocional y social influyen directamente en cómo, cuánto y qué comemos”, adelanta Laura Jorge, directora del centro de nutrición y psicología que lleva su nombre. Y la razón, según la psiconutricionista Itziar Digón, es que comer es algo más que un acto puramente fisiológico. “El entorno te va a condicionar sobre lo que vas a desear y lo que vas a elegir. La alimentación es como un gran iceberg flotando sobre el mar: la punta es solo la conducta final, lo que se ve. Por debajo hay una gran masa de hielo en la que está el factor social, todo lo que te han contando sobre comida y te has creído, el contexto cultural… Existen escenarios favorables donde hay planificación y una rutina y en los que se tiende a comer de forma consciente. Y otros desfavorables donde puede haber conflicto, rapidez, estrés y desconexión con las necesidades del cuerpo”, explica la experta.
Este ambiente poco apto para las buenas praxis se llama obesogénico y propicia un acceso excesivamente fácil y visual a alimentos ultraprocesados y calóricos. “Todo ello hace que nuestro cerebro quiera una recompensa rápida, tal vez sin sentir hambre real ni un vacío en el estómago”, explica Digón. De hecho, la prevalencia de índices altos de obesidad en países como Estados Unidos tiene mucho que ver, añade Laura Jorge, “con esa disponibilidad y visibilidad de comida rápida. Este tipo de alimentos ultraprocesados, energéticamente densos y pobres en nutrientes están diseñados para ser apetecibles y fáciles de consumir. Si están siempre al alcance y se promocionan continuamente, es más probable que las personas los consuman con frecuencia”, advierte.
Al final somos humanos y caemos en la tentación. Y precisamente la vista juega un papel fundamental en nuestro comportamiento con la comida. La doctora Conchita Vidales, jefa de la unidad de Nutrigenética en DEMYA Martín del Yerro | Amselem, repara en cómo la cultura del fast food pone en jaque los pilares de la alimentación consciente. “La publicidad que hay en torno a ella es increíble. Por eso recomiendo no ver la televisión a la hora de comer o cenar, puede incrementar nuestra necesidad de consumir productos ultraprocesados con más compulsión”.
Orden en la nevera, objetivos comunes y una buena compra en el supermercado
Ese furor por el orden que inunda las redes sociales, documentales y libros varios, también está llegando al mundo de la alimentación, con recomendaciones varias sobre cómo organizar la nevera para comer de forma más saludable, poniendo a la vista lo sano y escondiendo lo calórico. Una estrategia que los expertos consideran útil: “El orden en la nevera, como en todos los ámbitos, es orden en la cabeza y en la organización de nuestro estilo de vida. Una despensa bien organizada es clave para consumir productos frescos. Recomiendo tener a la vista siempre alimentos saludables y poco calóricos para que, en caso de tener hambre, estén a primera mano”, explica Vidales.