Mi próximo libro, Tart, trata de la gloriosa y pegajosa intersección entre comida y sexo, y me lo pasé en grande escribiéndolo. Pero ahora lo estoy adaptando para la televisión, y he descubierto que imaginar historias de sexo para la pantalla tiene su miga. Así que me he pasado las últimas semanas sentada en el sofá con el portátil o el mando a distancia a mano, buscando inspiración.
Hay, por supuesto, algunos ejemplos míticos: el melocotón de Call me by Your Name; el sándwich de Cuando Harry encontró a Sally; la tarta de manzana de American Pie; las albóndigas de La dama y el vagabundo; el KFC de Gavin & Stacey y, más recientemente, la galleta de Babygirl. Pero en el transcurso de mi investigación (atracones de tele diarios), me di cuenta de que lo que más me emociona no son necesariamente las escenas abiertamente eróticas. He aquí siete de mis momentos favoritos de comida y sexo en la pantalla.
Un abogado comiéndose un sándwich en Fleabag
Episodio 2, temporada 2
Entre las muchas escenas sexis de la serie de Phoebe Waller-Bridge, hay una que se me quedó grabada: cuando Fleabag y su estirada hermana van a una reunión con un abogado. El abogado es guapo y absurdamente arrogante. Recibe a las hermanas en su despacho diciéndoles: «Yo no me acuesto con la gente con la que trabajo», y luego se ríe a carcajadas. Mientras las chicas se sientan frente a este abogado súper varonil, que intenta mantener una reunión seria, él se mete en la boca un sándwich explosivamente cremoso mientras hace todo tipo de insinuaciones. El hombre tiene la cara cubierta de salsa mientras mastica con la boca abierta. Es egocéntrico, odioso… en resumen, repugnante. Despreciable. Asqueroso. Pero a Fleabag le gusta, también a su sensatísima hermana… y a mí. ¿Por qué me atrae tanto esta escena? Es un recordatorio de que a veces –a menudo, de hecho– no tenemos ningún control sobre lo que deseamos. El sexo puede provocar ‘ascogusto’, la comida también y, desde luego, las parejas sexuales.
Tilda Swinton y el chef sexy de Yo soy el amor
Últimamente, el mundo está inundado de porno culinario: hombres rudos con grandes cuchillos y grandes… músculos. Por ejemplo, Jeremy Allen White con su camiseta blanca ajustada como el Carmy de The Bear o, antes de eso, Jon Favreau en la película de 2014 Chef, en la que su personaje, milagrosamente, termina liándose no con una, sino con dos mujeres impresionantes. A mí me parece machista y excesivamente sexualizado.
En Yo soy el amor aparece, en cambio, mi versión favorita del “chef tío bueno”, con un lado mucho más sensible y sensual. Tilda Swinton, una aristócrata ruso-italiana, se deja seducir por un humilde cocinero. La película ofrece muchos momentos de sexo tórrido –incluida una escena al aire libre especialmente visceral con frambuesas reventonas y pezones erectos–; pero mi favorito es cuando Swinton huye de una cena formal para bajar corriendo y compartir un rápido y silencioso momento de éxtasis (un morreo) con su amante. Es físicamente incapaz de reprimir el hambre que él le provoca. Me recuerda a cuando queda pudding en la nevera y estás todo el rato pensando que está ahí. Así que terminas abalanzándote sobre la nevera hasta hartarte con las sobras de tarta.
Los espaguetis de La vida de Adèle
¡Ay, los espaguetis! Con su excesiva salsa roja, son todo un cliché de plato sexy. Está el hecho de sorber, pero también el sugerente gesto de relamerse los churretes de tomate en los labios. Pero en La vida de Adèle, los espaguetis no son una mera herramienta para insinuarse. Aparecen varias veces a lo largo de la película, mientras la protagonista, Adèle, se enfrenta a su sexualidad, y la forma en que los come cada vez indica cómo se siente.
Mi escena favorita es cuando Adèle come espaguetis con sus padres, que son ajenos a su proceso de descubrimiento sexual. Ella los come de forma caótica, infantil e implacable: sorbe sin tener en cuenta los modales «propios de una dama». Come con avidez: sabemos que esta chica se deja llevar por el deseo y que no hay nada que le impida comer exactamente lo que quiere y como lo quiere, en la mesa y más allá.
La ensalada marroquí de Peep Show
Episodio 3, temporada 9
Vale, Peep Show no es una serie sexy ni mucho menos, pero el sexo no es siempre sexy, igual que la comida no es siempre deliciosa. En este episodio, Mark invita a cenar a April, una mujer prometida a la que intenta conquistar. Mark intenta demostrar su sofisticación cocinando un plato «marroquí». Todo se tuerce cuando se da cuenta de que April va a llevar a su prometido, y Mark acaba sirviendo un plato de pasta con alubias al horno acompañado de un cóctel de ron, agua, lechuga y vinagre. «Es marroquí. Me encanta. Es bastante sutil», dice.