Otros signos incluyen la capacidad de establecer límites saludables, el retorno de la confianza en uno mismo y el interés por explorar nuevas oportunidades. «La sanación no significa olvidar, sino aprender a integrar la experiencia en nuestra narrativa personal», dice Dal Ben. Por último, buscar apoyo profesional puede marcar la diferencia. Velo subraya la importancia de acudir a terapeutas que trabajen con métodos basados en evidencia científica: «Hacer preguntas sobre el enfoque del psicólogo no solo ayuda a elegir al profesional adecuado, sino que también empodera al paciente en su propio proceso de recuperación».
La soledad como oportunidad
La soledad que acompaña a una ruptura puede parecer un castigo, pero también es una oportunidad para fortalecer la relación con nosotros mismos. «La soledad no es el problema; el problema es cómo intentamos escapar de ella«, dice Pérez. Aprender a disfrutar de nuestra propia compañía no solo mejora la autoestima, sino que también nos prepara para relaciones más equilibradas en el futuro. Dal Ben recomienda equilibrar momentos de introspección con actividades sociales. «Participar en clases, voluntariados o actividades grupales puede ayudar a ampliar nuestro círculo social sin la presión de buscar una nueva relación«, sugiere.
Luis Guillén Plaza coincide y añade que «abordar la soledad con una actitud constructiva permite transformar este tiempo en una etapa de redescubrimiento y crecimiento personal». Redescubrir actividades que nos apasionen o probar nuevas experiencias puede ser una forma poderosa de reconectar con nuestra esencia y construir una vida que nos llene de satisfacción, independientemente de nuestra situación sentimental.
El rol de la familia y los amigos: un arma de doble filo
El apoyo de amigos y familiares es fundamental, pero también puede ser un arma de doble filo. Mientras que escuchar sin juzgar y validar las emociones puede ser de gran ayuda, presionar para «superar» la ruptura rápidamente puede aumentar la angustia. «Es importante establecer límites claros con quienes nos rodean, comunicando lo que necesitamos y lo que no«, dice Dal Ben.
Pérez coincide y añade que «un entorno que fomente la introspección y el crecimiento personal, en lugar de alimentar la idealización o el resentimiento, es clave para avanzar». Por ejemplo, actividades compartidas como caminatas o encuentros relajados pueden ofrecer consuelo sin presionar para «olvidar».
Carlos Velo añade: «El problema ocurre cuando las conversaciones con amigos o familiares solo alimentan un ciclo de queja constante sin ofrecer soluciones«. Su consejo: aprovechar la presencia de las personas cercanas de manera activa, ya sea pidiendo consejos o utilizando su apoyo para tomar decisiones concretas. ”La regla es: si tengo compañía bien, si me ayuda a seguir cavando en mi pozo, no bien”, nos cuenta.
Cuándo buscar ayuda profesional
Si el dolor persiste de manera intensa o interfiere en la vida diaria, buscar ayuda profesional puede marcar la diferencia. Dal Ben dice que «la terapia no es un signo de debilidad, sino un acto de autocuidado y compromiso con uno mismo«, concluye. Pérez añade que buscar ayuda es especialmente importante si el duelo comienza a manifestarse en problemas de salud física o mental, como insomnio, ansiedad severa o depresión. «Un psicólogo puede proporcionar un espacio seguro para explorar estas emociones y desarrollar estrategias personalizadas para manejarlas», explica.