Cómo evitar que te afecte (en exceso) ser descartada en un proceso de selección

¿Descartada en un proceso de selección? Evita que te afecte

En la sociedad de consumo en la que vivimos, la caducidad está a la orden del día. Pero no solo los productos caducan, también las relaciones. Y, en muchas ocasiones, los puestos de trabajo. El hecho de que estemos inmersos, sin embargo, en un mar de relaciones líquidas no significa que no nos afecte el ser rechazados. Nos sentimos rechazados cuando, por ejemplo, no somos correspondidos por la persona que nos gusta, o cuando no cuentan con nosotros para un plan y, claro, cuando somos descartados en un proceso de selección al que hemos aplicado con ilusión. Esta sensación de rechazo es una situación que cualquier persona vivirá, en mayor o menor medida, en cualquier momento de su vida. Y a nadie le gusta ser rechazado frente a algo que anhela.

Muchas veces, el problema se basa en que necesitamos encontrar una explicación que nos permita entender esa decisión, pero lo importante es aceptarla y gestionarla, según los expertos. “Ser descartado en un proceso de selección puede generar una amplia gama de emociones en la persona, incluyendo frustración, tristeza, ansiedad, e incluso el enfado. Estas emociones suelen estar vinculadas al sentimiento de rechazo y a la interpretación personal que hacemos de la situación. Para muchas personas, el ‘no’ se siente como un cuestionamiento a su valor personal o profesional, lo que puede desencadenar grandes inseguridades. Además, el proceso en sí suele estar cargado de expectativas, evaluación, por lo que la decepción es una reacción común cuando no se cumplen”, explica Silvia Dal Ben, psicóloga y Clinical Manager de Unobravo en España.

En estos casos, aprender a tolerar la frustración es esencial. El nivel de tolerancia a la frustración en parte es innato, pero también es susceptible de aprendizaje. “Es una habilidad que se puede entrenar en la medida en que se entienda por qué y en qué ocasiones se releva una baja tolerancia. Primero de todo, hay que explorar lo que estamos sintiendo: reconocer cuáles son las emociones y los pensamientos o los recuerdos que activa la experiencia es el primer paso para enfrentar a la frustración”, recomienda la experta. “Pregúntate, ¿qué estoy sintiendo?”. A través de la conciencia de tu mundo interno podrás reformular la situación y transformar el fracaso en aprendizaje. Además, enfrentar desafíos menores escuchando lo que se siente y aprender a explorar pequeñas frustraciones diarias puede fortalecer nuestra capacidad de afrontar situaciones más complejas”.

“Un psicólogo puede ser un apoyo clave para escuchar emociones y fortalecer las herramientas psicológicas necesarias para afrontar los desafíos de un proceso de selección. Nos puede ayudar a identificar y escuchar la frustración, tristeza o ansiedad y a trabajar en la percepción que tienes de ti mismo, separando tu valor personal del resultado de un proceso de selección. Fomentando tu conocimiento y enseñándote estrategias para desarrollar la resiliencia y adaptarte a situaciones de rechazo o incertidumbre”, explica la experta.

Un ‘no’ que daña la autoestima

No importa que se trate de una relación laboral, de amistad o de pareja, recibir una negativa nos produce dolor y lo sentimos como una patada directa a nuestra autoestima. Sin embargo, ese rechazo no dice nada de nosotros ni de nuestro valor, sino tan solo que el que nos rechaza no siente lo que tiene que sentir o, sencillamente, está buscando otra cosa. “Para evitar que una negativa impacte de forma significativa en nuestra autoestima, el primer paso es desvincular la experiencia del rechazo de nuestra identidad. Un ‘no’ no define tu valor como profesional ni como persona. Escribe cuáles han sido tus logros profesionales, haciendo una lista de tus habilidades, éxitos y aportes previos para recordarte que un rechazo no invalida lo que has logrado”, aconseja la psicóloga. “También es importante reinterpretar serenamente el rechazo ya que, en el caso de haber sido rechazados en un proceso de selección, la mayor parte de las veces no se trata de ti, sino de factores externos como la cultura de la empresa o el perfil que buscan. Una posibilidad es, en lugar de pensar ‘no soy suficiente’ cambiarlo por ‘ese puesto no era adecuado para mí’”, añade Silvia Dal Ben.

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