Salud mental: cómo pueden afectarnos las tallas de ropa
Ir de compras a lo Carrie Bradshaw en ‘Sexo en Nueva York’ o Blair Waldorf en ‘Gossip Girl’ es el hobby por excelencia y la pasión de muchas, pero no encontrar el pantalón o el vestido perfectos pueden estropearte la tarde. Aunque cada vez vemos un rango de tallas más amplio en muchas tiendas, la frustración y culpabilidad por cambiar de número o no verte como te gustaría en unos pantalones concretos a veces son sentimientos que evolucionan y se mantienen más allá de una tarde visitando tus tiendas favoritas. Las tallas de ropa se unen a los estereotipos, al estándar de belleza y a la cultura de la dieta o mitos nutricionales que imperan en nuestra sociedad hasta desencadenar, en muchas ocasiones, problemas psicológicos relacionados con la propia imagen, la autoestima o la alimentación.
No encontrar talla al ir de compras o tener una diferente cada vez que vas de compras suele ser muy común. Sobre todo porque no existe un sistema estandarizado y cada fabricante utiliza unas medidas diferentes para cada tipo de prenda. Las tallas varían de unas tiendas a otras mientras muchos de quienes se prueban sus prendas pueden derivar en la frustración de no encajar en el estándar deseado. De hecho, “en 2019, un estudio realizado por el Gobierno de Aragón y la Asociación Aragonesa de Familiares de Enfermos con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (Arbada) lanzó una cifra alarmante: el 70% de las personas experimenta un malestar psicológico palpable cuando la ropa no les queda”, nos cuenta Ana Morales, psicóloga especialista en alimentación emocional y aceptación corporal que acaba de publicar su libro: ¡Qué buena estoy! Tira abajo las dietas y vive con salud emocional (Ed. La esfera de los libros).
Pensamientos basados en ideales de belleza irracionales que, muchas veces, derivan en una obsesión por encajar en la talla ‘perfecta’ y en la búsqueda de formas para conseguirla hasta llegar a fomentar conductas alimentarias de riesgo. Hablamos con una nutricionista, dos psicólogas y una creadora de contenido en redes sociales sobre cómo puede afectar no encajar en una talla a nuestra salud mental y sobre cómo podemos intentar evadir esos pensamientos rumiantes.
Un choque emocional
No caber en un pantalón puede suponer un choque emocional en muchos de los casos, como bien nos cuenta María Ramírez, psicóloga experta en trastornos de la conducta alimentaria: “Que tu culo no quepa en una tienda socialmente bien valorada puede ser una semillita que te haga plantearte si el problema es tuyo”. Suele estar relacionado con problemas de autoestima y de gestión emocional, pero también influyen los cánones de belleza socialmente establecidos. “Algunas tallas están asociadas a determinados tipos de cuerpo que en el imaginario colectivo se consideran bellos y atractivos, además de asignarles cualidades y habilidades positivas”, explica Ramírez. “Estamos acostumbrados a creer que las tallas marcan si eres «gorda» o «delgada» cuando no es así”, destaca Susana Balado, creadora de contenido de moda en TikTok e Instagram.
Las diferentes tallas llevan de la mano un mensaje social indirecto y explícito que afecta a la salud mental de las personas. Susana cuenta cómo ha vivido esto de cerca: “Tengo amigas que si la talla 38 no les valía, no compraban una más porque significaba que estaban ‘gordas’ por usar una 40”. Ramírez también comparte su experiencia personal sobre este tema: “Desde pequeña mi cuerpo parecía ser más grande que las tallas de niñas e indirectamente me estaban diciendo: «no encajas, no vales»”.
Querer encajar puede convertirse en un riesgo
Cuando ese sentimiento de culpabilidad por no encajar va en aumento puede llegar a desencadenar conductas de riesgo que afectan tanto a la salud física como mental de algunas personas. “No es solo un diálogo interno, también se dan comportamientos restrictivos en la alimentación diaria o una obsesión por hacer deporte”, destaca Ramírez. La dieta es una de las primeras opciones que suele venir a la mente de quienes buscan encajar en una talla determinada. De hecho, en un análisis realizado por la Fundación de la Imagen y Autoestima, el 44% de los encuestados afirma haberse planteado hacer dieta tras descubrir que no usaban la talla que creían. La nutricionista Sofía Giaquinta explica que este pensamiento se debe a la cultura de la dieta tan aceptada e interiorizada socialmente: “Nos han hecho creer que una dieta es una metodología que funciona para adelgazar cuando no es así, de hecho, provocan un efecto rebote que muchas personas sufren una y otra vez.”
La era de la alimentación desinformada
La cultura de la dieta suele basarse en categorizar alimentos como ‘buenos’ o ‘malos’ que sobre todo conllevan a una mala relación con la comida, pero la pérdida de peso es multifactorial y va mucho más allá (aunque las redes a veces nos hagan creer lo contrario). “Parece que hay una fórmula establecida que lo soluciona todo, pero nos olvidamos de que hay más de 36 factores que afectan al peso de la persona y más de 130 relacionados con la salud”, destaca la María Ramírez.