Cómo practicar la visualización
En numerosas entrevistas el artista marcial Ilia Topuria ha confesado la importancia que le da a la visualización como una parte imprescindible de su entrenamiento diario. Recientemente afirmaba: “Yo siempre digo que funciona de esta forma, tú primero pides, tienes confianza en que va a pasar y tomas acción para ello y al final lo recibes. Lo primordial es saber qué es lo que quieres en tu vida, quién eres, quién quieres ser, dónde estás y dónde quieres estar. Cuando tienes claro esto, lo empiezas a visualizar. Sea cual sea tu sueño, imagínalo a lo grande”. Y es que, como parte de la psicología del rendimiento, esta técnica ha ganado mucha popularidad no solo entre los atletas de élite sino también en el ámbito académico y laboral. Pero ¿cómo se puede practicar la visualización?
La psicóloga Patricia Ramírez (@patri_psicologa) la define como una herramienta poderosa que podemos utilizar a nuestro favor para que nos ayude a superar muchas situaciones que en un primer momento podían resultar limitantes. Por tanto, visualizar es imaginar mentalmente aquello que queremos que ocurra en una situación determinada, siempre y cuando lo que tenga que ocurrir dependa de uno mismo. Y amplía “se utiliza mucho para tratar problemas relacionados con la psicología de la vida cotidiana. Hoy sabemos que cuando uno visualiza, el cerebro se cree lo que está visualizando porque lo está viviendo como si fuera real, lo graba en la memoria”. Por lo tanto, de la misma forma que cuando nos anticipamos a una situación que tememos, lo pasamos mal y generamos emociones como la ansiedad, cuando visualizamos aquello en lo que queremos tener control, el cerebro se siente seguro. Por lo que este ejercicio será perfecto para enfrentarse a situaciones retantes como una entrevista de trabajo, una presentación o una reunión importante.
Aunque ahora esté en boga, esta técnica no es nada actual. Ya desde tiempos milenarios se tomó conciencia de que entrenar la atención a nuestro favor (de la sociedad y de un bien mayor), era clave, tal y como nos cuenta Techu Arranz, experta en PNL, visualización y oratoria. El filósofo taoísta del siglo VI Lao-Tse, rezaba: “Cuida tus pensamientos pues se convierten en palabras, cuida tus palabras, pues se convierten en acciones”. Y no solo él, los antiguos yoguis, el brahmanismo, hinduismo, budismo, jainismo de India, los taoístas y Confucio en China, la Escuela de Pitágoras, Platón, Parménides, Heráclito, las culturas indígenas… Todos comenzaron a entrenar su mente mediante prácticas diarias e incluso “Aristóteles reconoció el poder terapéutico de las imágenes, considerándolas la principal fuerza motora de la acción humana”, cuenta Techu.
En la actualidad, muchas terapias humanistas como la hipnosis Ericksoniana, PNL, Gestalt, psicología breve, desensibilización sistemática o el psicodrama recurren a la visualización como una de las herramientas fundamentales para conseguir cambios duraderos. Y es que, como afirmaba Ramón y Cajal todos podemos ser escultores de nuestro propio cerebro y “la neurociencia convalida la eficacia de la visualización creativa en numerosas investigaciones”, afirma Arranz.
Beneficios en el trabajo y en la vida
Su práctica habitual favorece consolidar una actitud positiva ante cualquier desafío vital y ante la vida en general. Porque, como la mente no puede distinguir lo real de lo imaginado, cuando visualizamos se activan las mismas regiones cerebrales que cuando estamos llevando a cabo la acción. Así, como expone Techu, crear estas imágenes claras y detalladas activa y fortalece las redes neuronales asociadas a nuestros propósitos y metas en una constante actividad entre neuronas, motoneuronas, musculatura y neurotransmisores. Y este tiempo para nosotros se convierte en uno reparador para el cerebro, gracias al cual recibimos un chute de endorfinas, serotonina y dopamina. Además, al enfrentar estos momentos, nos preparamos para evitar la presión, ya que la claridad de las imágenes genera claridad mental.