Un estudio de Harvard ha demostrado que los medicamentos tópicos a base de vitamina A (también conocidos como retinoides) reducen las líneas de expresión y las arrugas al aumentar la producción de colágeno. «Si usas retinol a los veinte, tu futuro te lo agradecerá», dice el la doctora Idriss. En consulta, la micropunción ligera también puede marcar la diferencia, aunque no con mucha radiofrecuencia o calor, pues ello podría «derretir» la grasa o el tejido facial que da a la piel elasticidad y ese aspecto relleno.
Segundo pico: a finales de los 30
El segundo pico de envejecimiento, a finales de los treinta, puede reflejarse en la papada, esa piel flácida bajo la mandíbula, la nueva obsesión estética: en solo un mes, las líneas de expresión pueden volverse más prominentes. Tener un buen dermatólogo es importante.
Ninguna crema va a restaurar el volumen, por lo que sería aconsejable recurrir a otros tratamientos, como la PRF (fibrina rica en plaquetas, derivada de la sangre corporal) o los tratamientos de plasma rico en plaquetas (PRP) para estimular los propios tejidos, fortaleciéndolos y ralentizando la formación de líneas de expresión. La propia doctora Idriss ha notado sus beneficios en la zona de las ojeras. El relleno de ácido hialurónico, utilizado estratégicamente y del modo adecuado, también es una opción. No serán útiles para esculpir la cara en su totalidad, pero sí para rellenar ciertas zonas, equilibrar y reducir la prominencia de la papada. En esta etapa, la doctora también aconseja los tratamientos con ultrasonido, que contribuyen a tensar la piel.
Tercer pico de envejecimiento: a los 44 años
En el tercer pico, en torno a los 44 años, la papada se acentúa, igual que las bolsas bajo los ojos. Los labios se afinan y la piel adquiere una textura rugosa. La experta aconseja continuar con los tratamientos anteriores y ser constante, usando las microagujas y la radiofrecuencia con más regularidad. Otra opción son los polinucleótidos tópicos, que hidratan. La aplicación tópica del esperma de salmón con microagujas aún no es legal en algunos países, pero la doctora dice marca la diferencia. El relleno con luz y los neuromodulares dos veces al año también ayudan, pero no te dejes llevar por todas estas opciones: ¡elige una sola! Estate atenta a los efectos y céntrate.
Cuarto pico: a los 60 años
El cuarto punto álgido de envejecimiento es a los sesenta años, y la doctora Idriss se sincera: “Aquí los pequeños retoques ya no sirven de mucho”. Quizá quieras plantearte una intervención para recortar el exceso de piel, como una platismoplastia, pero la experta no recomienda el lifting facial más allá de los 70 años: si te planteas hacerlo en algún momento, lo ideal sería entre los 40 y los 50. En esta cuarta etapa lo que conviene es controlar las expectativas.