- ¿Se ha realizado en su vida?
- ¿Es feliz y optimista?
- ¿Se alegra de tus éxitos y desea que las cosas te vayan bien?
- ¿Te anima cuando le explicas nuevas ideas o hace todo lo contrario?
- ¿Se esfuerza para alcanzar sus propios sueños?
Después hay que puntuar el grado de positividad de cada persona, siendo 1 alguien que nos hace sentir muy mal y 10 aquel que nos hace sentir muy bien. Por último, se saca la media entre esas personas y así sabremos nuestro propio valor. Más allá de la exactitud del experimento de Rohn, sí que es un ejercicio que aporta cierta perspectiva sobre el tipo de relaciones que estamos teniendo. Es muy probable que por contagio emocional, terminemos por imitar los comportamientos de quienes nos rodean, es decir, si pasamos muchas horas del día dándole espacios de conversación a ese compañero del trabajo negativo y que no para de quejarse, al cabo del tiempo haremos lo mismo sin siquiera ser conscientes de ello.
Aprende a identificar perfiles que valen nuestro tiempo
Aguilar reflexiona acerca de que no todas las relaciones tienen el mismo peso, por lo que nos invita a aprender a discernir dónde invertir nuestra energía es esencial, y comparte sus claves para construir conexiones significativas:
Observar su impacto: ¿Te inspiran o te agotan? Las personas que valen la pena nos elevan, nos retan y nos aportan claridad.
Buscar reciprocidad: Las mejores conexiones son un intercambio de apoyo y aprendizaje, no unidireccionales.
Identificar su propósito: Algunas relaciones son puntuales, pero aportan un gran valor en un momento clave. Otras, en cambio, se convierten en compañeros de viaje a largo plazo.
“Invertir en este tipo de relaciones no es egoísmo, es estrategia. Cuando dedicamos nuestro tiempo a conversaciones profundas y auténticas, estamos no solo construyendo una red de apoyo, sino también fortaleciendo nuestra propia visión de liderazgo”, añade la experta.
Otra de las reflexiones a la que nos insta es a que tengamos en cuenta que nuestras relaciones no solo impactan nuestra trayectoria profesional, sino también nuestra confianza y propósito. “Enfrentar desafíos, superar el síndrome del impostor o explorar nuevas ideas son logros que rara vez alcanzamos solas”, y por ello, el verdadero networking va más allá de acumular contactos, para ella es un acto de liderazgo propio. “Se trata de construir un ecosistema de personas que creen en nosotras, que comparten nuestra pasión y que nos empujan a ser mejores”.
Dedicarle tiempo al autoconocimiento y a analizar con quién compartimos el tiempo, si estamos cultivando relaciones que nos empoderan o nos limitan, son condiciones sine qua non para construir oportunidades profesionales que realmente nos nutran. “El verdadero éxito no radica únicamente en lo que logramos, sino en quiénes nos acompañan en el camino. Elegir nuestras conexiones con intención no es solo un acto estratégico, sino una declaración de respeto hacia nuestro tiempo y nuestro propósito”, concluye Aguilar Martínez.