Cosméticos recargables: una asignatura pendiente para los consumidores
Mientras reúno información para abordar este artículo, una conversación con una amiga me confirma la necesidad de escribir estas líneas. Cuando menciono la palabra ‘recarga’ y la posibilidad de poder comprar recambios de sus cosméticos habituales (y no solo del jabón de manos), entiendo que todavía queda mucho por hacer. Ella, una chica joven concienciada con la importancia de cuidar el medioambiente, no sabe que tiene esta alternativa, ni tampoco entiende el mecanismo para hacerlo. Tuvimos que googlear imágenes para que lo visualizara. Y para que entendiera que se trata de comprar la primera vez el frasco original que servirá de contenedor y en las sucesivas compras el refill para rellenarlo. Aunque comprar este envase de cualquier cosmético suele ser más económico –y mucho mejor para el planeta–, la realidad es que aún es necesario cambiar hábitos. Hay todavía muchos consumidores recurrentes de ciertos productos de belleza que en el punto de venta se decantan por el formato original en todas sus compras, a veces abrumados por el proceso de encajar ese recambio en la carcasa. Delia García, directora de Sostenibilidad e Impacto Positivo de L’Oréal España y Portugal, lo avala con datos: “Según un estudio de McKinsey y Nielsen IQ, el 78% de las personas desean opciones de consumo más sostenibles. Sin embargo, muchos siguen eligiendo formatos clásicos, lo que subraya la necesidad de fomentar una mayor concienciación sobre los beneficios de los recargables para romper la inercia en los hábitos de consumo”.
Pese al gran esfuerzo que está haciendo la industria –el diseño y desarrollo de estos packagings puede llevar varios años– a los consumidores nos está costando entender las ventajas. Si queremos datos, García lo cuantifica así: “Elegir este formato de un producto de L’Oréal Groupe no solo representa un ahorro económico significativo, sino que también aporta numerosos beneficios ambientales y sociales. Por ejemplo, optar por la recarga de Elixir Ultime supone reducir 148 toneladas de cristal en un año versus el formato anterior”. Si queremos los argumentos más rotundos, elegir esta alternativa “es una forma de participar activamente en la protección del medioambiente”, añade. Para la periodista Ana de Santos, experta en temas de sostenibilidad y autora del libro Vivir sin huella (Zenith), “lo que es bueno para el planeta es bueno para nuestro propio bienestar. One planet, one health”, explica. Ella misma se encuentra en proceso de creación de un perfume de hogar con la casa Matarraz y la perfumista Ane Ayo y está siendo consciente de las dificultades para fabricar estos formatos eco a pequeña escala porque muchas fábricas no cuentan con la maquinaria necesaria.
El reto de cambiar los hábitos de consumo
Dicen que una imagen vale más que mil palabras y en este proceso de educar, Paola Gugliotta, directora de estrategia y desarrollo de la firma de cuidado personal The Today Project, opina que la clave está en “educar sobre el impacto real del desperdicio. Cuando los clientes comprenden que pueden reducir drásticamente su huella ecológica con tan solo un cambio de hábito, empiezan a considerar las recargas como una opción lógica”. Y recuerda la cantidad de residuos plásticos que ha generado la industria cosmética (y sigue generando). “Cada año millones de envases terminan en vertederos o en el océano. Pero el problema no es solo el plástico; también hay una huella significativa en términos de transporte, ingredientes y producción”, explica.
Desde Guerlain, Silvia Márquez, Business Analyst de la maison en España, confirma que los datos recientes demuestran que dentro de su gama de productos recargables, las fragancias han experimentado un notable crecimiento en el mercado. “Y paralelamente las recargas no solo han visto un incremento significativo de cuota de negocio, sino que también han disfrutado de un impresionante crecimiento del +52% comparado con el año anterior. En el sector del tratamiento facial, muestran un avance más moderado con un aumento del +7%”, explica. En el caso de Byredo su gran apuesta por la sostenibilidad está dando sus frutos. Para Lucia Pica, su socia creativa de maquillaje, los estuches recargables son el paso lógico y esencial al trabajo que llevan tiempo realizando en materia de sostenibilidad y por eso rediseñaron su icónico lápiz labial. Y explica así la moraleja más pasional de elegir recargas: “Es más que una simple elección de practicidad; es una experiencia que crece contigo. Cada recambio es una invitación a redescubrir el color y a ti mismo, a explorar tonos que hablan de quién eres en cada momento. Se trata de crear una colección personal y la posibilidad de experimentar una y otra vez”. Y si nos centramos en cuestiones prácticas, el equipo de desarrollo de la marca sueca, ahora bajo el paraguas del grupo español Puig, apunta: “La gente probablemente no compra el recambio porque no está en sus hábitos o porque espera a que su lápiz labial se use por completo, lo cual nunca sucede. Ahora, con el refill, las barras de labios pueden convertirse en un recuerdo y un objeto para apreciar indefinidamente. Nunca será desechable, es un talismán, algo mágico”, concluyen.