Ejercicio físico: ¿es nuestra relación tóxica?
Si esta frase te ronda la cabeza, no deberías desecharla. Al contrario, puede que haya llegado el momento de tomar acción y revisar ciertas conductas con las que no te estás sintiendo del todo cómoda. Desarrollar una conducta poco saludable con relación al ejercicio físico, es más común de lo que parece, siendo la vigorexia un trastorno asociado a la obsesión patológica con la apariencia física y el aumento de la masa muscular.
Según el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, esta distorsión de la percepción corporal afecta a unas 700.000 personas en España y puede traer graves consecuencias para el bienestar emocional. Pero, además de una señal de alarma, también puede ocultar otro tipo de desórdenes, tal y como nos cuenta Sara Tabares, directora de PERFORMA y autora de ‘Ellas entrenan +40’. “El ejercicio físico problemático puede ser un síntoma de un trastorno de conducta alimentaria, algo que está muy poco estudiado”, y nos remite a un metaanálisis recién publicado por la ‘European Eating Disorders Review’, en el que se observa que el 48% de los pacientes con TCA hacen ejercicio excesivo tras su ingreso en clínicas o en hospitales, y el número sube el 63% a lo largo de su vida. También han detectado que los pacientes con anorexia nerviosa muestran la mayor prevalencia de este tipo de comportamientos en comparación con otros tipos de TCA, concluyendo la necesidad urgente de una definición unificada de lo que es el ejercicio excesivo, para investigar sobre su asociación con los trastornos alimentarios”.
Jorge Buenavida, psicólogo de Blua de Sanitas, coincide con esta teoría, e insiste en que a pesar de la creciente conciencia sobre los trastornos relacionados con la imagen corporal, la vigorexia sigue siendo un tema poco discutido, lo cual dificulta su diagnóstico precoz y posterior tratamiento, trayendo consigo efectos perjudiciales a largo plazo. «La vigorexia involucra un deseo, en ocasiones obsesivo, de mejora constante de la apariencia y modificación del cuerpo de manera extrema, causando así un deterioro físico y emocional considerable. Las personas que lo sufren se someten a entrenamientos intensos y recurren a sustancias como esteroides a fin de alcanzar el cuerpo ‘ideal’. Esta búsqueda constante de la perfección termina creando una desconexión con la realidad de nuestros cuerpos y una insatisfacción crónica al seguir estándares de belleza no sostenibles o acordes a la naturaleza objetiva de nuestros cuerpos», señala.
Aquí, explica Buenavida, la presión social, los estándares de belleza promovidos sobre todo por las redes sociales y la exposición diaria a este tipo de ideales, influyen en cómo nos vemos a nosotras mismas, generando un ciclo de comparación y presión que suele acabar convirtiéndose en una fijación peligrosa.
Señales de que no tienes una relación saludable con el ejercicio
Aunque no existe una definición clara de lo que sería tener una relación problemática con el ejercicio, lo que sí se observa son ciertas señales que para Sara Tabares son determinantes: